"La Feria de las Mentiras": "Te Veré en el Desayuno"

Es otra mañana perdida de Diciembre, me despierto y lo primero que hago es meterme al baño, miro al espejo empañado y veo mi cara, ¡sonríe idiota! Que mañana será otro día. Salgo de bañarme y me encamino al trabajo con apenas un plato de fruta en el estómago, camino por las calles rancias de gente apresurada, todo mundo está en una constante urgencia por llegar a ninguna parte, por llegar al mismo sitio donde seguramente han ido durante buena parte de sus vidas.
Y yo me pregunto si alguien se dará cuenta de lo que hace, si alguien se percatará de que existe vida en este mundo y que no todo es llegar a tiempo a un absurdo trabajo, que a parte de absurdo muchas veces resulta tedioso, aburrido, ácido. Miro a la gente y me pregunto que hay debajo de las corbatas y los trajes matutinos, que hay debajo de las señoritas perfectamente maquilladas, me pregunto si alguien se pregunta lo mismo que yo a esas horas entre la misma muchedumbre, ¿habrá quien me mire fijamente y sospeche de mí? Quizá alguien se pregunta que hay debajo de este atuendo de corbata y camisa formal que me hacen lucir como un perfecto estúpido, sin embargo, no creo que alguien note que tengo una doble vida, no creo que alguien se de cuenta de que en mi otra vida hago y logro cosas más grandes, más fuertes, impensables para cualquier neófito designado a cumplir lo que le mandan. Para mi la vida ya no es suficiente, en mi otro mundo puedo ser odiado o querido, criticado o puesto en un pedestal, en mi otro mundo yo soy el único dueño y señor, me refiero a la vida que llevo por las noches, la de aborto de escritor, la de intento de poeta, no es ni mucho ni poco pero de menos me alcanza para decir lo que pienso aunque más de una persona se ofenda por mis palabras o por mis ideas.
Creo que esa es la única razón por la cual a veces me siento desconectado de este planeta, de la sociedad, veo que sólo quedan atisbos de complacencia donde alguna vez hubo grandes puntos de unión entre el mundo y yo. Por lo general decepciono a quien llega a conocerme tal cual soy, aún no entiendo porque esa manía de ponerle caretas a las personas y en ese sentido, me he visto esbozado de una manera totalmente distinta a quien soy, desdibujado y tasajeado por la gente que cree conocerme, quizá si me conozcan pero de otra manera. Por eso reitero que no soy lo esperado, decepciono a quien me conoce, con frecuencia revuelvo las tripas del pasado con los sentimientos y un futuro maldito, me descubro sutil dentro de todo lo que sea cotidiano, quiero mucho (todo) pero mi problema es que amo demasiado, alguna vez un psicólogo me dijo: “tu problema es que no sabes cual es tu problema” y ahora que creo saber cual es mi problema las cosas siguen igual, ni mejor que nunca ni peor que siempre, por lo general confundo el juego con el peligro y pienso que la constante apuesta por el riesgo, la controversia que envuelve mi persona y mi eterna figura detractora del mundo es mi mejor tarjeta de presentación.
He comprendido que no comprendo este mundo, simplemente no lo entiendo y en la misma medida ha dejado de importarme mientras la señorita del banco me dice –gracias, que tenga un buen día- yo me pregunto en silencio ¿y cómo coños pretendes que tenga un buen día? Si ya me has hecho perder dos horas de mi tiempo sólo para hacer un triste depósito de efectivo, ¿cómo tendré un buen día? Si la rodilla no para de molestarme y tengo un jodido dolor de cabeza que no se me ha quitado después de tres aspirinas. La cabeza me da vueltas mientras en mis oídos retumba Metallica y su “turn the page”, realmente me duele la cabeza pero no puedo parar de escuchar la maldita canción, no dejo de pensar que me siento como el protagonista de la rola, varado en una eterna carretera sin sentido, fumándome el último cigarrillo del día recordando a la mujer que conocí la noche anterior, me gusta pensar que conocí a alguien nuevo la noche anterior aunque no sea cierto.
He pensado en comprarme una cierra eléctrica para cortarme la pierna y que de una vez pare de dolerme la rodilla, que salga un chorro de sangre y haga un charco en la alfombra gris de la oficina, lo malo del asunto es que no tengo el dinero suficiente para comprar la cierra así que solo puedo cortarme de vez en cuando en el momento en que me afeito esta barba que me tiene cansado, me rasco, me afeito y me corto, sólo me falta tener un aborto cuando las cosas salen mal, cuando los días son como hoy, grises aunque el sol esté a pleno. Hoy tampoco he conversado con el abuelo, no hemos discutido sobre la última película de Cronemberg o el número de cervezas que están antes de perder la conciencia a raíz de la rabia consuetudinaria que nos infecta alguna mujer en turno, por momentos pienso que el abuelo es el único que me entiende, será que los dos ya somos demasiado viejos y ajenos a esta realidad, será que ambos ya no esperamos nada de la vida, es estar cómo derrotados pero sin el “cómo”, la cuestión es que hoy no está del otro lado de mi pantalla y no me siento a gusto, no estoy cómodo sin entablar una conversación de pendejadas sin rayar en lo cotidiano, en lo burdo o en lo absurdo. Entonces es cuando me veo suspendido en la espera de esperar algo, el impacto, la última ola, no sé, algo que cambie el ritmo de la vida, el tedio en el que se ha convertido este Thruman Show del que soy partícipe, este espectáculo en el que me he convertido pero son las 2:20 y no ha pasado nada. Me gusta imaginar que cuando camino por la calle se me cruzará un individuo y me dará un golpe al estómago, así, sin razón alguna, luego yo me levantaré y le daré la madriza de su vida, así, sin razón alguna. Y no es que sea violento, siempre me ha gustado el pacifismo pero entiendo que todo en exceso llega a matarte y el pacifismo lo está logrando. Lo cierto es que no sé cuando perdí el rumbo de la lógica, no sé cuando perdí la razón, posiblemente fue justo el momento antes de escribir estas palabras... ¡no esperen!, creo que fue un poco antes, me parece que fue en el momento en que la señorita me dijo –gracias, que tenga un buen día- porque en ese preciso momento sentí como se me subió la sangre a la cabeza, me sentí helado de los pies y un nudo en el estómago se me hizo del coraje, aunque pensándolo bien... ¡ya sé, ya sé! Pudo haber sido esta misma mañana, hoy llegué tarde al trabajo y la verdad lo hice con toda la intención, por poco no llegaba pero por desgracia llegué, fue un mal cálculo de tiempos, pero mi vida ha sido un completo y total retraso de todo, siempre soy el último en enterarme de todo, llego tarde a todos los lugares, la puntualidad nunca ha sido una de mis virtudes, comencé en esto de la literatura con retraso pero ojo, no me arrepiento. He aprendido que llegar tarde a todo puede convertirse en un gran principio de creatividad y conocimiento. El único evento en el que me gustaría ser puntual es en mi entierro, pero no puedo asegurarlo. La impuntualidad es la virtud de los genios según Einstein, pero no creo ser un genio en nada, nunca tengo inspiración para hacer nada, ni para escribir ni para dibujar ni para nada, cada que voy a escribir me acerco a la computadora cómo un condenado a muerte, cómo un condenado a vida, empujado por mi mismo, siempre basándome en la experiencia y en lo vivido por estos pies de plomo. Pero es hasta después de dos horas y media que comienzo a escribir, mientras me rasco el ojo o analizo detenidamente mis viejas fotos, en lo que me llega la idea de lo que quiero expresar, siempre haciendo alusión a mi identidad fisurada de varias psiques contenidas en un solo cuerpo, varias personas que se vampirizan unas a otras, carcomiéndose en mis metáforas salpicadas en almíbar. Me cuesta creer que alguien sea dueño de una identidad sin fisuras, más bien creo que somos un nudo donde conviven una infinidad de rostros, ya lo decía el maestro David Lynch en Muholland Drive, aunque me impresionó más el reparto de actrices tan bellas, estoy seguro de que con ellas se podría comenzar una nueva vida en cualquier otro planeta, entonces viviríamos en un planeta plagado de mujeres hermosas y solo así se vería justificada la frivolidad femenina impregnada en este mundo.
No obstante, hasta que eso sea posible seguiré aquí, escribiendo sobre las imperfecciones que noto de esta vida a la que no me acostumbro, seguiré enojándome con el abuelo cada vez que me hable de los pumas o de los afeminados de Pearl Jam, seguiré escribiendo cosas sin sentido al mero estilo de Ruvalcaba, seguiré con mis metáforas ensombrecidas por Fadanelli y por las noches mirando películas de Rafael Inclán o la nueva propuesta de Alex Proyas y sus ciudades oscuras o sus robots envueltos en un complot. Me seguiré desvelando escribiendo cosas sin inspiración, sólo para matar el tiempo y descubrirme en otra mañana perdida de diciembre, entonces me despertaré y me meteré al baño para mirarme la cara en el espejo una vez más y decirme de nuevo ¡sonríe idiota! Mañana será otro día...

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