No podia faltar la foto con los patrocinadores.
“tengo un corazón roto y un hígado deshecho, pero no tengo problemas con el alcohol... sólo cuando no puedo conseguirlo.”
RONERO:
Fue una corta pero muy fructífera etapa, de hecho por un momento creí que volvería a ese estado pero por desgracia no es así, solo hay indicios de ello cuando bebo con el Nabo y trae bajo el brazo el Entihumano (Antillano para los poco conocedores) siempre me gusta beber Ron cuando estoy con los amigos, sobre todo cuando nos juntamos en la casa del Chino para contar cualquier complejidad o estupidez, la recámara del Chino siempre ha guardado esos momentos, tantas pláticas, tantas cosas, realmente en ese lugar han pasado muchas cosas y la mayoría han sido chidas, creo. Por medio del ron descubrí parte del camino de la escritura. Pero la verdad de las cosas es que ese no es motivo para enorgullecer a nadie; más bien para arrepentirse. Cuando recién comencé a beber ron me empinaba uno de marca llamado Castillo, muy malo por cierto. Las crudas eran mortales, quedaba como un estropajo; mi lengua quedaba reseca como si hubiera perdido su poder de ensalivación, cada que cerraba mis ojos se encendían miles de lucecitas, tenía la sensación de flotar y de girar continuamente hacia la derecha en una especie de tiovivo eterno. Me volvía de pronto y en vano trataba de localizar al hombre que seguía mis pasos, porque eso es lo que provoca el ron, una especie de paranoia imposible de controlar. Un andar de pasos acelerados, realmente piensas que te persiguen aún estando acostado en la cama. Pero eso si, cuántos amigos he hecho por el ron. Creo que ninguna otra bebida tiene ese jalón, ninguna otra tiene esa convocatoria. No importaba cuan malo fuera ese ron, nunca vi a nadie que le hiciera mala cara a la botella, será porque siempre me he juntado con borrachos como yo. Sacabas el frasco y de inmediato se formaban los gorrones como si fueras a repartir billetes. A todo el mundo le encanta o al menos a todos los que yo conozco, algo tiene el ron de alegre y desenfadado, es una bebida que despreocupa a cualquiera, da la incitación a la hueva y al desmadre. Quizá por eso las consecuencias de beber ron también son teribles. Ya me veo al día siguiente, cuando traes la cruda de ron sudas alcohol puro, uno deja un aroma de levanta muertos por donde pasa, si te metes a un cuarto cerrado lo dejas impregnado a ron. Lo peor de todo es que suele beberse con Coca cola, por ende, es una bebida dulce que equivale a una cucharada de azúcar por cada vaso, entonces el estómago empieza a crecer y la cara se infla, los cachetes y los pómulos se hinchan, lo cual no tiene preocupación alguna cuando se bebe por encima de prejuicios bobos y se asume la condición de borracho hasta las últimas consecuencias. Es por esto último que no todos tienen el valor de embriagarse con esta noble bebida. Los seudo roneros se arrepienten a la vuelta de la esquina y se les olvida cómo esta bebida embriagante les levanta el ánimo y pone a las mujeres cachondas. ¿qué si las pone locas? Vaya, tendría que escribir otra cosa acerca de eso pero aquella es otra historia, por el momento solo puedo dar esa aseveración. Por su efecto dulcero es un trago que se trepa de volada, mejor llegarle a los importados que a los nacionales y si se trata de uno bueno, no hay nada mejor como beberlo sólo y en las rocas.
TEQUILERO:
Casi muero por el tequila, y lo digo así, hablando literalmente. Digamos que fue durante tres o cuatro años en los cuales no bebí otra cosa que no fuera tequila, eso fue lo que inició mi camino de borracho, eso y la depresión crónica pero esta última vino de hace poco tiempo para acá. Recuerdo bien el día en que casi sufro una congestión alcohólica a causa del tequila, nadie que esté en sus cinco sentidos y que no esté iniciado en ese ritmo del borrachismo se metería botella y media de tequila blanco, solo, y después acompañarlo con media yarda de cerveza. Supongo que yo no estaba ni en mis cinco sentidos y mucho menos me había consolidado como un borracho decente. La cosa es que después de tanta euforia me la pasé cerca de dos horas vomitando en el baño, saqué hasta la bilis y lo peor del caso es que hay fotos, espero que estén bien ocultas y que quien las tenga las haya perdido, son de esas cosas de las que uno no está orgulloso pero que finalmente, pasaron. A todas horas y con el menor pretexto, y eso no nos cuesta trabajo, es como la regla del borracho, un buen briago nunca debe beber si no hay un motivo de por medio, ya sea bueno o malo, además los motivos para beber son más fáciles de encontrar que las estrellas en el cielo o las rayas en una cebra. Que si esto... salud, que si esto otro... salud. Hasta hace poco pensaba que ser tequilero tenía su chiste, implicaba algo de rebeldía en ello, de barbarie, de bándalo, tenía esa sensación de romperle la madre a los convencionalismos. El tequila se consideraba una bebida vulgar e inhóspita, solo para la plebe, al menos así fue hasta que el precio del agave subió a los cielos y ahora ya es bebida hasta de exquisitos, me siento culpable en ese sentido porque alguna vez me chupé una botella enterita de Don Julio que me salió en la módica cantidad de 869 varitos con 99 centavos neto. En ese entonces no tenía ninguna enfermedad que me impidiera beber a mis anchas, siempre me ha dejado un buen sabor de boca además de que me prende cuando ando ardilla, prefiero el tequila antes que nada, además de que me sé algunas bebidas exóticas con el. Aunque beba más de la cuenta las crudas me resultan no menos nobles, podría decir que hasta benignas, pues basta con respirar profundamente para que la resaca tequilera repose su mano sobre ti y te de una especie de caricia sutil y evocativa, profunda e intensa y que en muchas ocasiones te ayuda a pensar y a entender. Pero el tequila tenía un problema, que las mujeres preferían beber otra cosa, uy pues que fresas. Las mujeres que le llegan al tequila son pocas y se pueden contar con los dedos de una sola mano. Los pretextos se cuentan por miles, pero el más socorrido y empleado es el de: “es que es demasiado fuerte, prefiero otra cosa gracias” chales, eso es má una idea preconcebida que una sensación experimentada y comprobada, porque en el fondo el tequila nunca ha sido tan violento. Incluso dicen que es bueno para la salud, yo lo he comprobado, mi abuela todos los días se avienta su caballito antes de la comida y me podrán decir misa, pero ya va por su primavera número 86 y sigue tan rebosante como siempre, no se queja de nada y es muy activa, yo lo atribuyo al tequila.
WHISKERO:
Hace poco me compré un etiqueta azul que también me salió bastante caro, pero incluso el vendedor me dijo con un tono muy distinguido: “usted es todo un conocedor, señor” hasta me sentí importante, sobre todo porque le dije que el precio no importaba cuando se quiere disfrutar de un buen whisky. Por cierto, también he recibido reproches de más de dos por no haber compartido ni un trago, pronto compraré otro y ahora si lo he de compartir. El camino del whisky lo descubrí hace poco tiempo y se lo debo en gran parte al abuelo, siempre me ha gustado beber con ese sujeto, es todo un caballero. Algo tiene el whisky de civilizado que se siente rico al beberlo, aún en las circunstancias más descabelladas. Como que la jarra faculta de cierta probidad. Uno toma whisky y hasta habla con corrección. La conjugación de los verbos irregulares se facilita y hasta se pueden comprender idiomas extranjeros. La sintaxis se desenreda y aquellas frases antes abstrusas y pegajosas, ahora suenan musicales y perfectamente hilvanadas. Lo único malo es el vómito. Se anuncia con un hilito de saliva que escurre por la comisura izquierda y de repente te traiciona, el whisky es traicionero y el aire no le puede dar a uno porque ya valió madres, se suelta el estómago y deja salir todo lo que tenía adentro. Es como si aquella distinguida elegancia mostrara de pronto su peor cara.
VINERO:
Esta etapa se la debo, entre otras personas, al mismísimo Chema. Aquellos kalimochos son mortales pero cuando los acompañas de un buen amigo no hay gran apuro, sobre todo cuando descubrí el kalimocho blanco gracias a Oca. Podría decir que estoy medio atorado en esa etapa. Siempre que puedo me compro una botella de vino, me viento mis tintos antes de empezar a escribir, a veces, y si el vino da para eso, me lo aviento solo y es por demás reconfortante, me relaja y en cierta forma me exita. Media botella es suficiente para conciliar mi espíritu y exaltar a la imaginación. Desde que descorcho la tella voy sintiendo el hálito de la embriaguez. Tantos años vividos, tantos tragos acodado en la barra de algún bar ocasional, cuando ando de burgués siempre llego a algún bar y pido una botella de vino tinto, eso me da un lugar distinguido, eso creo. Pero por lo regular cuando compro un vino es para chutármelo en la casa y en mi mesa, con amigos o solo, con mujeres o solo, amigas nunca he tenido y creo que nunca tendré, la verdad ni quiero tenerlas; tantas tonterías dichas tantos enamoramientos, tantas lágrimas, tantos recuerdos y añoranzas, todo parece ir dirigido a la aspiración de aquel vino recientemente abierto. Uno de los vinos que más recuerdo es el que me trajo Isabel desde Francia, carajo, que sabor tan exquisito, lo compartí en ese momento con ella y con el chino, nunca me ha sabido tan bien un vino, bueno, una vez pero esa es otra historia y las circunstancias eran totalmente distintas, aquí se trata de amistad y de un vino desde la capital francesa, es totalmente distinto. Y enseguida a su deleite, lo único que me pregunto es: ¿hay que pasar por tanta inmundicia?
CHELERO:
Vaya, creo que esa etapa es intrínseca a mi, siempre he sido chelero y de por vida lo seré, con eso fue que me inicié en esto del alcoholismo, lo recuerdo bien, las primeras chelas en la casa de los vecinos y en los billares, es como recordar eternamente ese vicio de preparatoriano. Tengo tantas historias y tantas vivencias gracias a las bondades de una cerveza que sería imposible contarlas todas en una sola noche. Son muchos viajes, muchos amores, muchos desamores, incluso alguna vez, en un bar de la ciudad perdí a una gran persona, de esos amores que se pierden en un bar, y las chelas estuvieron presentes, fueron meros testigos. He compartido una cerveza con todo el mundo, con mi familia, con mis amigos, con mis hermanos, con las mujeres, con nacionales y extranjeros y en ese sentido estoy muy complacido y tranquilo, siento que no le debo nada a nadie. Mis mejores borracheras han sido con cerveza, ahora hasta las mujeres le entran a las chelas y ese trago siempre invita a pasar un buen rato entre dos personas, es el trago más fácil de encontrar y más noble en el mero sentido de que es flexible en cualquier ocasión. En bodas y reuniones, en cumpleaños y despedidas, en reencuentros y desamores, en situaciones cuando uno anda ardilla o en festejos, cuando gana o pierde el equipo de fútbol, en un bar, en la casa o en la oficina. Siempre he creído que la chela es como el sexo, no hay horario ni lugar establecido, es algo que llega en ese momento y uno esta obligado a disfrutar de ese momento. Las chelas siempre van de la mano con algo más, cuando uno se encuentra con una mujer, y si esta lo permite y lo quiere, se presta a que el trago de cerveza invite al valor, a hacer lo que en los cinco sentidos jamás se pensaría siquiera. Cuando uno esta con las chelas encima y tienes a una mujer al lado, puedes llegar a besarla sin ningún resentimiento, pena o pudor alguno, hasta se puede llegar a tener un poco más que eso, pero eso ya es otra historia.
También he sido vodkero y ginebrero pero eso ya corresponde a otra etapa de mi vida y la verdad, no es el momento de recordar. Cheers everybody !!!
2:30 am. la vida en dos caguamas. Giallo... Agosto 2005. |