Terminé caminando bajo la lluvia, terminé caminando sobre el agua, sobre grandes charcos infinitos de agua helada. Chispas multicolores, reflejos de los postes de luz a mis pies, un horizonte brumoso, brisa de lluvia y la “No Smoking Orchestra” sonando a mis oídos. Cenar asado me trajo muchos recuerdos, recuerdos de cuando estábamos juntos, recuerdos de cuando compartía el choripán con los pibes, recuerdos que quizá será mejor dejar en paz. Lore comenta su indignación sobre la opinión de los médicos acerca de las opciones dentro de los procesos para sedar a los pacientes, por mi parte confieso mi adicción al Diasepán y al Prozac, los prefiero vertidos en grandes cantidades y con un vaso de Jack Daniel´s en la mano. Observo todo a mi alrededor, todo es tan extraño para mi, me siento tan ajeno a todo, tan distante y desconectado. Comienzo a sospechar que la tristeza es una característica intrínseca a mi persona, me agrada aunque a veces siento que las personas se sienten incómodas con esta afición que tengo por sentirme triste, derrotado. Me he tomado tres copas y media de vino, me han sentado bien, me siento tranquilo mientras en el ambiente se viene el olor a carne cocida, a ensaladas y risas postergadas para un buen momento como este. Quizá algún día invite a alguien a comer en este lugar, por lo mientras he decidido que debo frecuentarlo, tomar más vino y más asado, aclarar la mente y el cuerpo, entonarme con cerveza. La noche es fría y miles de mujeres hermosas circulan por la calle y a mi alrededor, a estas alturas ya debo ser invisible, prescindible, desechable. Me es curioso y adictivo el ver cómo van cambiando mis días, los contrastes se tornan peligrosos y corrosivos, días agitados contra días grises, luna y sol, blanco y negro. Ayer compré mi café como todas las mañanas y “La mosca” como cada mes, fui a las altas tierras de San Angel y en el metrobús busqué el rincón más solitario para leer mi publicación, después de unos minuto me encontré bajo la mirada de una chica con el porte de ejecutiva, el típico traje sastre color gris, no supe descifrar si me miraba con cierto asombro o con cierto asco, me quiero imaginar que fue con la segunda opción pero no podría afirmarlo, y es que no es muy común ver a un sujeto trajeado leyendo una publicación para rebeldes sin causa como suelen señalarnos la gente de bajo criterio, no compro la revista por lo que me pueda aportar musicalmente hablando, sino por la secuencia cultural que aporta a mi vida pensé, me dieron ganas de preguntarle cual era su asombro o el porqué de esa mirada tan efusiva, lo cierto es que me dio flojera volver a abordar el mismo tema que sé, no me llevará a nada. En lugar de eso distraje la mirada hacia la chica que iba sentada en el piso, una mujer de acuerdo al perfil que busco pero de igual manera me dio una apatía el hecho de sentarme a discutir con ella los problemas políticos del país o hacer una crítica hacia el último film de Aronofsky o David Mamet. Quizá me causa más emoción el hecho de comprarme un disco de acid funk o formar palabras con las letras de las placas de los autos. Seguí mi rumbo desconocido, bajé del metrobús y me encontré con Luis Mandoky, reconocido cineasta mexicano autor del documental “¿Quién es el señor López?” no pude evitar preguntarle su postura ante la problemática electoral que se vive en México, la respuesta no me sorprendió, afirma pues que no solo se está luchando por la presidencia, la lucha ya va más allá, está sustentada bajo el hecho de hacer respetar la voz del pueblo y la generación de confianza ante el sistema, sin embargo, las cosas ya están cómo están y ante eso sólo nos queda hacer lo que se pueda. Al final estrechamos la mano, creo que ahora colecciono apretones de mano. Horas después subí al colectivo, un colectivo dañado hasta el culo de Daddy Yankie y su detestable reggaeton, con un sonido potente y mal ecualizado, con fotos del intérprete en todas partes y una pequeña pantalla al frente donde se proyectaban sus videos. Me cagan los videos de pseudos hiphoperos con la fórmula gastada de estar en grandes fiestas demenciales y rodeado de mujeres en paños menores, es burdo en verdad. Cosas extrañas pasan por mi cabeza y por mis ojos, las ansias por comunicarme y hablar con alguien a veces me carcomen, al parecer aún no he entendido que lo mío es estar completamente solo, aislado del mundo y de su ritmo, por momentos sospecho que no soy de este planeta. Y al final, siempre, ausente de variantes me quedo solo mientras los demás se divierten, no sé si lo busco inconscientemente o es sólo azar del destino, lo único que sé es que de momento me queda disfrutar de los asados y los buenos vinos, de los buenos ratos y las malas compañías, intentar hacer un escrito más triste cada vez y un guión que no me llevará a ninguna parte, tomar más licor y meterme más antidepresivos para volar a un mundo más justo, más noble y equitativo, porque es un hecho, cada minuto se me hace más insoportable el proceso de respirar y seguir de pié en un planeta tan infame. Noche lluviosa con Giallo I. Julio 2006... |