UFT-8
 
 
Monday, April 10, 2006
"Aviones de Papel"
Como todas las mañanas mi café está en su punto, creo fielmente que el café es una de las pocas cosas que valen la pena en la vida. Reviso algunas noticias, veo la sección de deportes y miro que la chiva ha caído en su último juego contra Morelia, sin embargo, no me quita el buen sabor de boca. Escucho buena música y tengo un buen libro entre mis manos; “El gran desierto” del buen James Ellroy, ¿qué más le puedo pedir a la vida?
Supongo que solo podría pedirle el hecho de que hiciera menos pesada la depresión casi coagulada que traigo sobre los hombros, siempre a cuestas, pero me he acostumbrado tanto a ella que ya casi no la noto, de hecho es una depresión afable, extrañamente afable, más que mis últimas conversaciones con la nada y con el mundo.
En estas últimas semanas he entrado en una autorreflexión por llamarlo de alguna manera, una plática interna conmigo mientras la luz negra lastima mis ojos, luz negra que sale desde las entrañas del mismo infierno, mi propio infierno.
Mi recámara se ve infestada de humo, el incienso está haciendo efecto y los acordes esporádicos y la voz de Luca Prodán buscan un lugar en mi cabeza, se introducen por mis oídos y me trasladan a otra dimensión, a un mundo menos injurioso, menos injusto, menos todo lo que sea que haya aquí bajo mis pies. Rocas y piedras que han visto más cosas de las que yo podría imaginar, mi cerebro es muy pequeño para imaginar ciertas cosas, ocurrentes situaciones, mi cabeza está desprovista de un cuerpo, de un cerebro, solo es un cascarón de huevo que camina por las calles de esta ciudad nocturna, tan frágil como desgarradora, tan parca como cruda.

Ya es viernes por la tarde y ya tengo muy en claro una de las visiones que he tenido en lo que va de esta semana muerta, creo que ya sé lo que tengo que hacer con mi vidita estúpida y conmigo mismo. Lo he meditado mucho, lo he pensado y me he replanteado la posibilidad de volver a comenzar con todo, formatearme y comenzar desde cero –cuando uno se encuentra perdido, lo mejor es regresar al punto de partida- bajar la palanca que condensa todo, perder presión en la cabina, detenerse un momento y volver a comenzar.
En estos momentos dudo mucho la afirmación de que todo tenga una razón de ser, me parece que estamos en medio del armaggedon, no somos más que la masa dentro del pandemonium declarado, nada tiene sentido, todo es un repentino caos en donde nada tiene origen ni fin, en este mundo nada ha terminado aunque ya todo comenzó. Miedo al fracaso, miedo al miedo, miedo al mundo menos miedo a la soledad, contengo en mi mochila toda clase de miedos, los licuo entre bebidas alcohólicas y los bebo, a veces, otras solo los mezclo con hielo triturado y hago una exquisita bebida que derramo al suelo, la madre tierra también es merecedora de compartir el miedo, de bebérselo hasta llegar a sus entrañas, a las raíces, al origen de todo. Y yo que sigo tumbado en mi cama, en mi colchón que ya no me habla, supongo que esta disgustado por no llevarle más féminas que compartan conmigo un rato de pasión, un momento de soledad compartida mientras se desnuda para nosotros (para mi y mi colchón) mientras el vino y la música de fondo aguanten. El tiempo transcurre, así ha sido desde siempre, desde que tengo uso de razón y de memoria, pero lo que no transcurre es mi vida o al menos así lo siento, creo que no estoy yendo a ningún lado y eso me da bronca, gastar el tiempo a cuentagotas para que la razón no se de cuenta, para cuando lo haga es porque ya tengo un revolver en mi sien, gritando, susurrándome burlonamente que mi vida ha sido un fracaso, una mentira, un disfraz y que estoy castigado por eso, enclaustrado en la isla de las caretas y condenado el exilio del lugar más lejano a los agraciados, el lugar de los nadie, innoble por definición.

Sufro de una metamorfosis involuntaria, el colchón me sigue reclamando con reproches pero no lo escucho más, mi atención está totalmente concentrada en el trabajo de José Rubén Romero y “La vida inútil de Pito Pérez”, las películas en blanco y negro siempre me han transportado a mi niñez aunque haya crecido en medio de programas tan burdos como los que existen ahora, sin embargo, las películas de Miguel Contreras Torres siempre me han arrancado algo de alma, algo de mi, y esta no es la excepción.
Y así me siento, no soy más que un Pito Pérez en este mundo que no tiene lugar para mi, para nosotros, un sujeto burlesco y risorio, incomprendido –cuando bebo soy otro, y eso otro no se va a quedar sin beber, así que sírveme otra copa- y la frase me saca una risa tristona pero indeleble.
He pensado en hacerme una calavera para describir mejor mi apariencia, mi nombre y mi filosofía, así como Pito; serás mi compañera, mi novia, mi amante, la que nunca me deja, la que siempre me acompaña. No es más que un simbolismo, una declaración de soledad furtiva, un esqueleto en mi recámara serpia la mejor de las compañías, una calavera que represente mi soledad acompasada, mi compañera de tragos y desventuras, quien si no ella, la muerte, es la única que no nos abandona, la que siempre está ahí cuando todos ya se han ido, cuando todos nos han abandonado. Será la que me abrace por las noches con sus manos huesudas e incómodas, pero sinceras, sinceridad ante todo, una cualidad que escasea en estos días.
Y sigo tumbado, pensando y reflexionando en que ya estoy harto de todo, de rodearme con lo que no soy, con lo que no comprendo, necesito encontrar a los míos, a los que apoyan mi causa, a los que son como yo. Necesito regresar y comenzar de nuevo, encontrar a los fracasados que como yo, buscan una luz de amparo, una próxima estación: esperanza. La esperanza es lo único que nos queda, es lo que nos mueve, es la razón imprudente e invertebrada de lo que nos hace seguir caminando. El alcohol ya no es suficiente, los antidepresivos no tienen una razón de ser dentro de este mundo, el sexo me es tan insoluto e insípido como lo que llamamos amor, esa no es la determinación de las cosas, estoy convencido de que no es eso a lo que venimos, al menos yo, vengo a otras cosas, al menos en mi caso puedo decir que yo voy más lejos.
Y entonces me levanto de la cama, apago la luz negra del infierno postrado en mi recámara y salgo a fumarme unos Gold Rush, camino por las calles intranquilas como buscando algo, un encuentro que cambie la noche, busco acaso algo que me haga pensar que todo puede ser diferente, algo que me haga pensar que aún queda un atisbo de vida en este mundo muerto y celoso, pero solo veo figuras femeninas perfectas, acompañadas pero solas, luciendo el abdomen bien formado mientras salen de los gimnasios de la Condesa, olores de comida y perfumes, rubias de nariz recta y ejecutivos de treinta años creyéndose los amos del universo, lacayos y perros hambrientos buscando llevarse a la cama a una de esas tantas mujeres al menos por una noche. Entonces camino despavorido, buscando huir y encontrar otro lugar, camino más rápido y bajo la mirada. De repente encuentro un lugar alejado de todo, un lugar que prefiero no profanar para no herir al sentimiento que de el tengo. Me encuentro parado en medio del parque México, todo es oscuro y apenas tiritan luces blancas iluminando el rojo de los pasillos, caminos laberínticos que duelen y huelen a humedad, a tierra mojada. Me instalo en el pequeño zócalo improvisado, a lo lejos hay dos chicos jugando fútbol y lo demás está oscuro, altas torres nos rodean y la luna en medio de ellas, lejana y muda, tomo un lugar entre las torres y enciendo un cigarro, el aroma a tabaco se cuela entre mis fosas nasales y el sabor a cereza me moja los labios, me encanta ese lugar, quisiera vivir ahí por siempre y dejar de respirar.

Ya ha pasado mucho tiempo pero para mi solo han transcurrido algunos minutos, el tiempo vuela cuando uno se divierte. Son cerca de las 12:30 de la noche pero no me importa, termino algunos tabacos más y decido recorrer el parque una vez más. Ha pasado mucho tiempo desde que estuve ahí por última vez, puedo escuchar el eco de mis pasos triturando las millares de granos rojos que están bajo la suela de mis zapatos, hace frío, casi es tan frío como aquella última noche, me detengo en una banca y miro el lago, negro y tranquilo, nada se espera después de las 10 de la noche de un viernes cualquiera. Ya es cerca de la 1 de la mañana y sigo caminando hacia la fuente, alguien la utilizaba para pensar cuando se sentía sola y desenfocada, era su lugar de refugio y me siento un poco culpable por usurparlo, solo fueron unos minutos y en verdad que sirve, pero finalmente no es mi lugar, mi lugar se encuentra en otro lado pero fue bueno recordar y pasar a saludar después de mucho tiempo. Ya voy de salida, muchos recuerdos y mucho andar, buenos y malos pero al final no son más que viejos recuerdos. Entonces me detengo, miro al suelo y encuentro aviones de papel, son varios y están esparcidos, tomo uno y leo: “todo es un sueño, sé que todo es un sueño... siempre lo supe desde que empecé a soñar que yo existía. Este mundo no es real” y entonces la encontré. No sé quien lo escribió, desconozco a la autora y desconozco también el propósito, solo sé que por esa noche encontré lo que buscaba, solo sé que por esa noche alguien se sintió tan sola y desencajada de esta realidad como yo, y eso me hizo sentir acompañado.

“hablemos de luces, hablemos de nada. Hablemos de cosas de verdad, de lo normal. Veneno la confusión... veneno yo.”

Seguramente nunca conoceré a la que escribió esto, pero por esta noche, al menos por esta noche me salvó la vida. Ahora sé que no soy el único, ahora sé que no estoy enloqueciendo y si lo estoy, sé que la locura puede ser contagiosa.

“O quizá era yo la equivocada para este mundo, para este sueño. Por eso me he dedicado a hacerlos reír y llorar, eso es lo que sé hacer.”

La locura y la soledad se derraman por los parques, por los rincones, ahí estaba yo para comprobarlo, solo en medio de un parque frío y moribundo, un oasis en medio del desierto de asfalto, mientras el mundo se divierte por la noche yo estoy teniendo un encuentro interesante, infrahumano e intrigante.

“Se trata de despertar. Estas son cosas para tiempos normales. Cosas para otro sueño.”

Y entonces me vuelvo a sentir el Pito Pérez desconsolado, moribundo, escribiendo mi último cuento, mi última frase, mi última palabra.
Y tomé todos los aviones que encontré y los llevé a casa, no son míos pero ahora me pertenecen, son el consuelo de que aún me queda algo por descubrir, aún tengo algo por aprender. Escribiré tu nombre, me inventaré uno y algún día regresaré para tratar de encontrarte y preguntarte el porque, porque, porque.
Y escribiré mi testamento, y pondré que nunca tuve una deuda con nadie y que nadie me debe nada a mi, que nadie me quiso y que nunca quise a nadie, que solo mi calavera de cartón me acompañó y que la soledad se pudrió bajo mis pupilas ciegas.
Lo escribiré en hojas de papel, las arrancaré una a una y las doblare en forma de aviones de papel, diseñados con una perfección aerodinámica para que vuelen lejos, para esparcir el poco conocimiento que tengo de las cosas que nunca entendí. Porque, porque, porque.
Y escribiré tu nombre, preguntaré donde dónde estás y quizá encuentres mi testamento regado entre esos pasillos laberínticos de granito rojo, quizá nunca más nos volvamos a encontrar pero solo espero que, con mucha suerte, esas palabras tiradas al suelo le sirvan a alguien más y que, como a mi, le salven la vida, al menos por esa noche.

Y escribiré tu nombre, y en una avión de papel dejaré escrito -¿Dónde estás?-

“¿Cómo se puede tener miedo si se está a punto de despertar? Yo también soy solo un sueño. Mi existencia es ridícula e increíble”

“you are my perfect dream, you are my perfect nightmare... ¿why? ¿why? ¿why?”
Giallo I. Escrito en el Parque México, escrito con aviones de papel.
Abril 2006...
Lo Dijo La CALAVERA 7 LUNAS A Las 12:09 PM  
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Aunque creo que nunca me llegaré a conocer por completo supongo que soy una persona sencilla, siempre le ando buscando el lado humano a las cosas aunque hay personas que creen que soy hermético, me gusta mantenerme a la expectativa de todo, creo que la vida es una aventura y no me gustaría vivirla siguiendo un mapa, mi filosofía es que en la vida te tienes que divertir, lucho a cada día por ser una persona auténtica, algunas de mis grandes fallas es que soy un orgulloso declarado y por demás rencoroso, no olvido fácilmente. Me encanta la libertad y soy amante de los momentos elaborados gracias a la virtud de una cerveza, soy algo extremista, aprendiz de todo y víctima del entorno, antihéroe despeinado y siempre con ojos de taciturno aunque sean las seis de la tarde, defensor de las causas perdidas e insaciable buscador de un mundo perfecto aunque sé que nunca he de encontrar, pensándolo bien creo que soy una persona muy compleja pero entretenida... si, creo que así soy.

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