Hoy asume lo que venga, sea para bien o sea para mal. Ya no importa lo que sea, ya no importa lo que pierda, se va a morder para aguantar. Ha tomado tiempo en vasos de ginebra y ve un poco claro aquellas cosas que ayer no vio y que ya no va a exigir. Se posa sobre su pena, quiere entender para seguir. Llegó una batalla que estalló contra él y que no ha terminado, sabe que algún día ha de escampar, de momento intenta, sube y corre en busca de respuestas, en busca de prioridades y dulces de ricota pero no quiere escapar. Ha salido de las expectativas de los demás, se entiende como un refugiado de las sobras y de los antepasados, alguien que no tiene cabida dentro del establishment publicitario, un insurrecto del paraíso de los ejecutivos, un marginado de los sueños de televisión, olvidado de las caricias sinceras y los estereotipos de vidas placenteras. Hoy todos lo miran raro, se pone en pie y quiere hablar pero ya no tiene lengua, a su boca se le ha olvidado lo que alguna vez quiso explicar. Toma sus ideas y su paciencia, forma un circo de pulgas y se acuesta para verlas desfilar, quiere olvidar el dolor que ha sabido ser y que hoy ya no quiere ver volver. Busca en sueños clandestinos algo que le hable de sí mismo, camina por las calles en busca de un encuentro que le cambie el rumbo, que le de una nueva perspectiva. La locura lo acompaña, no lo suelta y de a poco va sucumbiendo a ella, las madrugadas son igual de frías que los días de primavera, las noches son un eterno sarcófago del que no ha encontrado la salida y ha perdido la capacidad de encontrar el sabor de un momento efímero. Va refugiándose en los faroles, en las esquinas en busca de flores que aún apunten al sol. Hoy se siente satisfecho aunque la vida que tubo y el hombre que fue ya no existan más, hay días en que le regresan las ganas y su canción vuelve a sonar. Cuando se amargan las nubes toma grandes cantidades de café, un cigarrillo ocasional le da un poco de paz y le hace recordar que hubo un tiempo en que le gustaba ver llover desde la ventana. Hoy las gotas no le dejan dormir, el tintineo de millones de gotas de agua resuenan en su cabeza y le hacen apretar las mandíbulas, los diluvios nocturnos le asustan un poco y piensa que en cualquier momento el mundo puede llegar a su final. Imagina que del cielo se abrirá un portal hacia otra dimensión y que de el saldrán miles de demonios para llevarse a las almas en pena. Le consuela un poco el hecho de sentirse vivo con pequeñas dosis de miedo, aunque por las mañanas no sea más que un fantasma entre miles que viajan en colectivos y gusanos subterráneos. Hubo un tiempo en que recibió aplausos, supo ser sal y también miel. Cada año se hace más viejo y mas susceptible al frío y a los inviernos largos y acompasados. Le han negado el saludo, un beso y un trago, él también se ha negado a la posibilidad. Se conforma con diálogos virtuales y personas que nunca conocerá. El silencio se balancea desde su puerta hasta sus pantalones, en la oscuridad una guitarra y algunas canciones que guarda para sí. Eligió no elegir la vida, escogió otra cosa y prefiere ser diferente aunque el precio sea más de lo que puede pagar, busca el consuelo en un poco de alcohol y en el constante sufrimiento que le permite parir un par de líneas sinceras, no excelentes ni bien escritas, pero sinceras. No le importa nada, ya ha perdido todo y algo me dice que seguirá perdiendo, pero se va a morder para aguantar. Y hoy asume lo que venga, sea para bien o para mal, se le acaba la paciencia pero tiene la certeza de que un día va a escampar. Giallo I. Mediados de Noviembre 2006... |