"When I was younger I believed, that dreams came true. Now I wonder. Cause' I've seen much more dark skies, than blue. Now I wonder. There was a time when you and I, walked hand & hand. Now I wonder. I keep on searching for the old me, I keep on thinking I can change. I keep on hoping for a new day, will I ever feel the same? Now I wonder."
Corté la racha de noches tranquilas. Esta noche escuché llover bajo alguna canción country de Chris Isaac. Llegué a la conclusión de que soy el mismo ser deprimente y narrativo de siempre, solo que con camisas nuevas. Me he dejado crecer la barba y los sueños son cada vez más recurrentes. A veces voy descalzo y tu desnuda. De momento miro fotografías que ya no tienen sentido, por ratos me arrepiento de su existencia, todo es tan irreal en estos momentos. Hay una luna silenciosa que atraviesa mis cortinas, dentro, todo se disuelve en tonalidades azules y decrépitas, poéticas por momentos, macabras para los nadie. Mientras cuidas enfermos de nostalgia y olvidados de alegrías yo escribo ideas inconclusas, balbuceos. Caminas cuesta abajo y te diriges a dormir, entonces yo despierto y tomo el mismo camino de siempre esperando que algún día me lleve a otro sitio ocasional, quizá a la eterna espiral de la locura. No estaría mal. Son pocas las veces en que me he sentido con los brazos tan vacíos, pocas veces me he sentido tan miserable, tan mezquino. Los dados siguen girando y yo apuesto a que puedo tirar un 7, solo necesito una oportunidad, una más. Creo que soy un mal perdedor, ya no hay más oportunidades, la casa gana. No ha parado de llover y creo que no va a parar, la moneda está en el aire y yo a la espera de saber que sigue. Los charcos infinitos sobre las aceras, los árboles goteando sin parar, las derrotas escurriendo en mis pantalones, el whiskey malo y sus atajos, la gente que camina con abrigos y paraguas, las tonadas melancólicas de George Jones, las figuras que dibujo en el vapor de los cristales, los nombres grafiteados en paredes carcomidas, el tiempo miserable, la suerte inoportuna, los días y las noches interminables, las mesas de cantina, las promesas incumplidas, tus zapatos de tacón, los anhelos hechos trizas, tus labios marcados en hojas de papel, los días que nunca llegaron, los días que sigo esperando, las sirenas de ambulancia, las nubes como espuma de cerveza, las mentiras que aún no he dicho, mil besos desperdiciados, mis libros viejos, mis discos arrumbados, las mujeres que aún no conozco, mis cinco tías y sus pláticas gastadas, los bares de la esquina, son tantas cosas que me pregunto cual de todas me ha vuelto un tipo tan complicado. De momento tengo ganas de salir, de escapar, de comprarme un par de camisas a cuadros y un sombrero desgastado o una gorra de trailero, subir a una camioneta Ford vieja y oxidada y conducir, simplemente conducir y olvidarme de todo. Quiero llegar hasta las carreteras olvidadas, hasta los caminos desérticos de Arizona, tener la cara grasosa y una barba de tres días, escuchar música country, las melodías más tristes que se puedan encontrar, mirar un paisaje desolado, solo cactus y cerros de piedra y roca, solo una línea de postes de luz a la orilla de un camino a dos carriles, solo tierra volando por los aires y ensuciando mis zapatos, a veces creo que solo necesito un camino que me lleve a ninguna parte, un lugar predilecto para sanar las heridas de cada noche, un camino hacia un lugar olvidado de la mano de Dios.
Giallo rumbo a la nada. Agosto 2006...
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