UFT-8
 
 
Saturday, March 25, 2006
"Sigo Esperando el Impacto"

Otra vez llegué tarde. Se me está haciendo un vicio llegar tarde a todos los lugares, a todos los compromisos. He llegado a sospechar que incluso llegué tarde a mi vida, y quizá a la tuya también. La última vez que te vi fue un domingo, llegué a las 10:15 de la mañana cuando la cita era a las diez. Por fortuna tu tampoco eres muy puntual y llegaste cinco minutos después de mi. Nos vimos en Morón, ese fue el primer lugar al que me llevaste ¿recuerdas?, un lugar lleno de comercios y gente y más comercios, pequeñas hormigas acarreando sus cargas hacia quien sabe donde, te esperé en la banca de siempre, en esa donde me tomaste una foto a contra luz desde tu celular, te pedí que la borraras pero te gustó demasiado, finalmente yo no soy nadie para quitarte lo que sea que hallas tomado de mí. Ese día hacía frío, hacía mucho viento y sin embargo, llegaste para despedirme. Desayunamos en el café de siempre, la verdad yo no tenía hambre pero igual pedí un café, de alguna manera trataba de apreciar cada segundo a tu lado, no había garantía de que hubiera un después, nunca hubo garantía de nada, eso pudo significar el principio de algo o el final de lo mismo, quizá ese era nuestro último encuentro, quizá esa fue la última vez que estaría contigo. Quizá nunca más te vuelva a ver.
Ahí aprendí que nadie nos aseguró nada, aprendí que la justicia es un complemento, algo que no existe, es una excusa para los hombres que como yo, son débiles, renuentes a su suerte. Hablamos de muchas cosas, noté que tus ojos son más claros cuando los miro de cerca. Noté que solamente cuando estaba contigo olvidaba esa opresión en el pecho con la que siempre me levanto, el tiempo se hace acuoso y lento cuando hablamos de cualquier tontería, contigo aprecio otras cosas de la vida.
Pasamos la mañana buscando el periódico y comprando algunos discos, me regalaste dos que casi no escucho para no lastimar al recuerdo que almacenan.
Llegamos hasta una plaza en medio de la nada, nos sentamos por mucho tiempo mientras nos tomábamos de las manos, cómo olvidar tus manos, largas y delgadas, blancas como la leche y frías como ellas solas. Si me detengo un minuto a pensarlo descubriría que siempre he tenido problemas con las mujeres de manos frías, siempre acabo mal con ellas, prefiero no pensar en eso.
Hablamos sobre el cómo serían las cosas si estuviéramos juntos, tu duermes tarde y yo no puedo dormir, a mi me gusta el fútbol y a ti no te agrada mucho, siempre me tachaste de un fanático del balón mientras yo me reía. Hicimos el último resumen de lo que habíamos hecho hasta ese momento, algunas cosas las cumplimos y otras tantas nos faltaron, recordamos las muchas noches en que terminamos en la cama, fueron bastantes, y siempre un beso antes de dormir y decir buenos días. Siempre supe que a las historias buenas había que ponerles sexo, mucho sexo que siempre se agradece. Por fortuna eso no faltó en nuestro caso. Hicimos el recuento de todas las veces en que nos tumbábamos en el sofá a escuchar música, tu ahí, recargada en mi hombro y yo con la vista hacia el techo.
Y así nos pasamos el día, recordando y esperando la estocada final, la hora de decir –ya es tarde, debo irme- ese asqueroso momento en que las personas se despiden sabiendo que nunca más se volverán a ver. Lubricamos esas últimas horas con muchos besos, con muchas promesas y mucho planes, ahora es demasiado tarde princesa.
Entonces supimos que el momento había llegado, aquí es dónde debemos tomar nuestros caminos y ver que pasa después de todo lo hecho y lo no hecho.
Entonces te acompañé hasta el colectivo, me tomaste de la mano como siempre solías hacerlo, caminamos unas cuantas calles y al borde de una esquina estaba el bus con la misma fachada que pondría la muerte enamorada. No querías subir y yo no quería que subieras, sin embargo, hay cosas que por demás son inevitables. Nos arrebatamos un último beso, un beso desesperado, desgarrador, triste, como queriendo alargar hasta el último segundo en un mar de tiempo sin espacio declarado. Recuerdo que me mordiste el labio inferior. Nos despedimos a través de la ventana y esa fue la última vez que estuviste a mi lado. No sé lo que paso contigo pero a mi se me hizo un nudo en la garganta, ganas de llorar y de no hacerlo. La vida es una perra mordelona, siempre lo supe pero esa fue la primera vez que lo comprobé de verdad. Llegué a casa solo para escuchar uno de los discos que me regalaste. Entonces la música adquirió nuevamente sentido en mi vida, “esperando el impacto” sonaba y no pude más que soltar unas lágrimas tímidas y mostrarme agradecido por el hecho de habernos encontrado en este mundo miserable, tan falto de lógica, tan ávido de buenas compañías. Agradecido por habernos cruzado aunque sea por un momento.

A dónde iré
Como un fusil cargado, tirando a cualquier lado.
¿Es resignación o es la lucidez antes del final?
Suelo busear en un mar hirviendo de cara a la libertad...

Otra vez llegué tarde. Se nos hizo costumbre llegar tarde a todos lados. Caminar por las calles mojadas, rebasados por un sentimiento mutuo para encontrarnos con un destino vago y haraposo. ¿recuerdas el primer día que nos vimos? Tocaste a mi puerta a las once de la mañana de un día nublado y gris. El frío hacía juego con tu cara y tu chamarra deslavada. Abrí la puerta y nos quedamos mudos, petrificados por unos segundos que me parecieron una eternidad, entonces solo se te ocurrió preguntarme -¿me esperaste mucho?- y a mi solo se me ocurrió responderte -... toda la vida- y ambos supimos que estábamos presenciando algo grande, algo más grande que nosotros.

Abordé un taxi a las cinco de la mañana para llegar a tiempo al aeropuerto, los días seguían siendo tan fríos como cuando llegué, el taxista me preguntaba sobre las diferencias de moneda entre el dólar y el peso mexicano y yo solo miré por la ventana empañada para encontrar un atisbo, una minúscula idea que me hablara de ti. Aún era de noche. Regresé a México siendo totalmente otro, de hecho aún no me reconozco, me siento extraño, mitad aquí y mitad allá. Mal y tarde estoy cumpliendo la promesa que te di cuando juré escribirte algo, trato de no hacerlo mucho pero aquí estoy, después de todo.
¿por qué lo hago? No es una aberración, no es el hecho de no soltarte. Bien lo supusimos, somos otros fingiendo ser los mismos, ahí estas pero con otros tiempos y creo que lo mismo me pasó a mi. En la semana recibí un mail tuyo, me cuentas que trabajas de noche y por las tardes tomas cursos de enfermería avanzada mientras que yo estoy sumergido en programaciones y algoritmos sin sentido, somos tan diferentes el uno del otro que a veces me da miedo de encontrarte o de no volver a hacerlo. Y me vuelves a decir que me extrañas pero que no es bueno hacerse ilusiones contigo. ¿por qué será que esa frase siempre la escucho de una mujer? Ya no me hago ilusiones con nada, son pocas las cosas las que me hacen ilusión. Fumarme un porro y tocar tus manos frías me hacen ilusión. Tocar el cielo y conseguir la felicidad en frascos de prozac ya no me hacen ilusión, no tiene el mismo efecto, al menos no sin una buena botella de whisky.
Siempre he hablado demasiado y he pensado mucho menos, después de tanto tiempo no sé a dónde he llegado, sigo como esperando algo pero sin el como.
Y tus mails y tus llamadas que no paran de decirme “te extraño” como sentenciándome a muerte. Ayer escribí todo esto y hace tiempo que escribí muchas cosas más que seguramente nunca leerás. Fuimos parte de una historia trazada en las vísperas de un encuentro, hoy no somos más que fósiles encarnados en un desencanto oscuro y amargo.
Juro que ya no voy a escribir acerca de estas cosas que solo se cuentan a un hermano en medio de una cantina. Solo espero tener las agallas suficientes para cumplir esta promesa, aunque después de todo de que más puedo escribir sino de la burla que soy ante mi propia convalecencia furtiva. En la semana me escribiste un mail, después de mucho tiempo, después de mucho andar. Y esta noche llovió, y sin embargo, salí para ver las estrellas y encontrar una pizca que me dijera que aún estas ahí. Afuera.

Hoy viajo solo y sin volver,
Será que el resto es languidecer.
Me gusta estar cayendo. Voy esperando el impacto.
Y en el abismo me encontraré,
Y en la caída te nombraré.
Me gusta estar cayendo. Sigo esperando el impacto.

Algo falló, todo sigue estando.
Algo cambió. Todo sigue igual que ayer.
Dedicado a Lu. Algún día te cobraré todas las noches de insomnio que ya le debes a este cuerpo abatido por sus infiernos. Gracias por la mirada de tus ojos.
Giallo. Lluvia nocturna de marzo 2006...
Lo Dijo La CALAVERA 7 LUNAS A Las 12:30 AM  
2 Comments:
  • At 10:59 AM, Blogger hugodzilla said…

    Dicen que las alfombras persas son cosidas con un error aproposito ya que solo dios puede aspirar a la perfeccion. El unico defecto que tiene este post es que la letra naranja se pierde en el fondo azul.
    Tal vez es asi por que el mundo ya era caustico en el septimo dia, el dia en que se hizo la luz.

     
  • At 9:53 AM, Blogger Yzakramirez said…

    no olvides cobrar...

    saludos bro! que estes bien

     
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::===> Sólo soy un Ser Humano Aquí Dentro, Sólo Existo Dentro de Este Blog. :::::::====> Escribo para quienes creen saberme, para quienes buscan pero nunca han de hallar, dedicado para quienes buscan a un Giallo inexistente, para quienes creen haberme visto sentado en el bar de siempre, para quienes me buscan en sueños fortuitos, en las vísperas del alba, en sentimientos radioactivos, en pensamientos húmedos, en sus buenas intenciones. Sólo recuerda algo, desde que te has ido aún nadie me ha vencido, desde que te has ido la bailo igual contigo que sin ti. Dedicado a los que no me encuentran... A los que no han sabido buscarme...
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Aunque creo que nunca me llegaré a conocer por completo supongo que soy una persona sencilla, siempre le ando buscando el lado humano a las cosas aunque hay personas que creen que soy hermético, me gusta mantenerme a la expectativa de todo, creo que la vida es una aventura y no me gustaría vivirla siguiendo un mapa, mi filosofía es que en la vida te tienes que divertir, lucho a cada día por ser una persona auténtica, algunas de mis grandes fallas es que soy un orgulloso declarado y por demás rencoroso, no olvido fácilmente. Me encanta la libertad y soy amante de los momentos elaborados gracias a la virtud de una cerveza, soy algo extremista, aprendiz de todo y víctima del entorno, antihéroe despeinado y siempre con ojos de taciturno aunque sean las seis de la tarde, defensor de las causas perdidas e insaciable buscador de un mundo perfecto aunque sé que nunca he de encontrar, pensándolo bien creo que soy una persona muy compleja pero entretenida... si, creo que así soy.

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