Me encontré con este escrito y me gustó. Haciendo alusión al post anterior, creo que este profundiza más en el tema de la suerte y es apto para dar cualquier número de aplicaciones e interpretaciones posibles. Veamos pues.
Por: Constanza Rojas.
En el mar la vida es más sabrosa. La mamá de la Carmen había pasado toda la mañana preparando sopa de mariscos, ya que era su cumpleaños. Desde entonces aborrezco los mariscos. No sé específicamente que estaba echado a perder: el pulpo, los ostiones, los camarones. A lo mejor fue tanto chile que le eché. La única que se enfermó fui yo.
En el mar te quiero mucho más. Me enamoré de ti sin conocernos. La Carmen se emocionaba con tus mails, me explicaba todo aquello que escribías entre líneas y muchas veces me dio consejos para seguir con este amor a distancia. Yo aquí y tu en Monterrey.
Con el sol, la luna y las estrellas. Cómo olvidar ese día en que fui por ti al aeropuerto. Le pedí la camioneta a mi mamá y la Carmen me acompañó. Yo saltaba de felicidad al verte venir hacia mí. Resultaste ser más alto de lo que imaginé y mucho más blanco. No lo podía creer cuando me abrazaste y me diste un beso en la frente. Mi príncipe azul venía a rescatar a su sirenita.
En el mar todo es felicidad. Después de que te dejamos en el hotel fui a casa de la Carmen a comer sopa de mariscos pues era su cumpleaños. Al terminar el plato de sopa tuvieron que llamar al doctor porque comencé a vomitar. Me la pasé en mi casa vomitando y con diarrea y sin poder estar contigo. La Carmen se ofreció a llevarte a la playa y pasearte para que no desaprovecharas tus vacaciones. Cuando me alivié, después de diez kilos menos, sólo me tocó despedirme de ti en el aeropuerto con un gran abrazo y un hermoso beso en la frente. Hoy me encontré a su sobrina y me dijo que la Carmen se había ido a Monterrey con un morro de allá que había conocido el mismo día de su cumpleaños. ¡Qué suerte ha tenido siempre la Carmen!
Ahí tienen, se puede decir más alto, pero no más claro. |