Un día me pregunté: ¿te sabes la historia de María? Yo mismo me contesté que no, no conozco a ninguna maría pero sonaba una canción de fondo con ese nombre y me pareció divertido cuestionarme. Comencé a inventarme una historia acerca de María. Ese día también comenzó lloviendo, me mojé los zapatos y el agua a su vez traspasó mojándome los pies, los tuve fríos toda la puta mañana. Saludé a la chica del café, llevo un tiempo comprando mi café en ese lugar pero nunca antes había saludado a esa chica, la que me atiende. Será que nunca me había sostenido la mirada, siempre me cobraba mirando a su monitor y sacando el cambio del cajón del mostrador. Alguna vez quise que me mirara, aunque fueran dos segundos, después ya no me importó. Ese día sufrí un ataque de ansiedad, uno muy violento, como nunca lo había sentido, estaba deprimido por la lluvia, me gusta pero siempre tiende a deprimirme, la ansiedad me salía por los poros y me subía a la cabeza como una mota amarga, un sabor en la garganta tan amargo como la cocaína. Para cuando me di cuenta ya tenía las mandíbulas apretadas, sentía una pequeña taquicardia y una desesperación inconmensurable por salir a correr y huir de la nada. Después vino más depresión y lo impensable para muchos, se me metió la idea de comprarme un revolver, se me metió la idea hasta el fondo del cerebelo, muy serio. Creo que llega el punto en la vida de todo hombre donde se pregunta ¿realmente esto es lo que quiero? Cuando yo me pregunté eso mi conciencia me dijo en voz baja “has tirado tu vida a la basura, estás jodido” y entonces la idea de un revolver no me pareció tan descabellada. No soy un tipo que crea en el suicidio, tampoco creo ser de esos que van lamentándose por la vida, de esos agachones que no se atreven a vivir, mi caso es el opuesto, me atrevo a vivir demasiado, tanto que a veces me doy miedo. Creo que el suicidio no existe, es solo una decisión más y es muy respetable, creo que es la decisión más respetable de todas. Pero ¿qué lleva a un hombre a quitarse la vida? Supongo que es la falta de ganas me contesté, el no conocer a más gente interesante, el hecho de que las personas finjan que les interesas aunque tu vida les importe dos cojones. En mi caso es eso y algo más, lo he pensado mucho, demasiado y muchas veces, creo que también es el hecho de que me he puesto sueños muy altos y expectativas carísimas, creo que nunca llegaré a ser un cineasta como Julio Medem o Woody Allen, y no es que no tenga la capacidad o no sea lo suficientemente bueno, es simplemente que para serlo no es suficiente ser bueno, hay que desearlo de verdad. Hay una infinidad de cosas para las que soy bueno pero no las deseo de verdad. Una vez hubo algo que deseé de verdad, cómo lo intenté, por fortuna o desgracia es un imposible, uso la palabra “imposible” para describir que no cabe la minúscula posibilidad de que eso ocurra, sería tanto como hacer que lloviera hacia arriba o encontrarse con Dios en un burdel barato y que nos respondiera cual es el secreto de la vida. Tomando en cuenta lo anterior, puedo encontrar más respuestas favorables hacia la posibilidad de no seguir existiendo, sería una maldición vivir esperando, siempre esperando, eso no puede ser vida. Cuando ya no hay posibilidad de seguir adelante se debe resetear todo, como en una computadora, si ya no hay posibilidad de hacer lo que a uno le interesa entonces la misión de uno se habrá cumplido, ya no hay más. Es cómo la música de los Beatles, después de ellos ya no ha habido más avances dentro de la música, cabe destacar que no soporto a los Beatles. Para estas alturas la idea del revolver en mi mano pasaba de ser una idea a ser un hecho, una promesa, mis pies estaban más congelados y mis ánimos por los suelos, seguía con mi ataque de ansiedad. Aún me falta el viaje a España, eso puede cambiar todo radicalmente o puede dejar las cosas como en los cuentos de Cortazar, un final rápido y misericordioso, trágico sí, pero necesario. De momento he tomado la decisión incuestionable de pegarme una bala a la cabeza, no sé cuándo, no se dónde pero es una promesa y siempre he cumplido lo que prometo. Me volví a preguntar “¿ya te conoces la historia de María? Esta vez ya me había inventado la mitad, el final lo encontraré en Madrid. No te preocupes, te la dejaré escrita en papel bond después del viaje, junto a mi cadáver y una copa de ron.
Aunque creo que nunca me llegaré a conocer por completo supongo que soy una persona sencilla, siempre le ando buscando el lado humano a las cosas aunque hay personas que creen que soy hermético, me gusta mantenerme a la expectativa de todo, creo que la vida es una aventura y no me gustaría vivirla siguiendo un mapa, mi filosofía es que en la vida te tienes que divertir, lucho a cada día por ser una persona auténtica, algunas de mis grandes fallas es que soy un orgulloso declarado y por demás rencoroso, no olvido fácilmente. Me encanta la libertad y soy amante de los momentos elaborados gracias a la virtud de una cerveza, soy algo extremista, aprendiz de todo y víctima del entorno, antihéroe despeinado y siempre con ojos de taciturno aunque sean las seis de la tarde, defensor de las causas perdidas e insaciable buscador de un mundo perfecto aunque sé que nunca he de encontrar, pensándolo bien creo que soy una persona muy compleja pero entretenida... si, creo que así soy.