Dichoso tu y cualquier hombre si ha sorbido los jugos de la mujer. He llegado a comprender, después de tantas vueltas, que la vida guarda muchos secretos, quizá algunos nunca los conoceré, pero esos secretos cuentan con una resolución y cuando menos, la mayoría de las veces nunca están al alcance de tus manos. No todos los hombres gustan de esos secretos. Hay quienes prefieren las cosas claras y directas, sin ambages de por medio. Carecen de imaginación y sus fantasías terminan cuando palpan su cartera abultada en el bolsillo del pantalón. Para ellos el misterio de la mujer ejerce la misma fascinación que una corneta en la mente de un chimpancé. Estos hombres pasan de largo ante la inmensidad que representan estos jugos, los jugos femeninos, sin importar de cual se trate. Por jugo se entiende el sabor concentrado, la esencia de aquella eterna fuente de la juventud. Quién no ha gozado de un jugo de naranja o de su fruta favorita. Pero más allá de todos los sabores y combinaciones posibles, el jugo de la mujer es el jugo de la antonomasia, el secreto de los secretos. En lo personal (y esto que quede entre nosotros) a mi me gusta tibio y succionado directamente de la mujer, de la mujer a quien amo; de su sexo, para decirlo de una vez. Todos los secretos de la mujer se concentran en su sexo. La mujer es capaz de sujetarse a cualquier prueba, a cualquier castigo antes de mostrar su secreto, ese secreto en donde se encuentra la explicación de todas las cosas, el secreto que lleva impregnado la verdad acerca de nuestra existencia, la existencia de nosotros, los hombres que estamos siempre desprotegidos ante las mujeres, mi hombría expuesta a su hambre, porque no hay hombre que no haya rogado o llorado a una mujer, me cae que no. A la mujer se le ha inculcado a esconder el secreto desde pequeña, su naturaleza misma está hecha para ocultarlo. El modo como se sienta, el modo como camina, todo apunta hacia allá. Hay que mantener el secreto a costa de lo que sea, incluso a costa del deseo mismo de mostrarlo, de revelarlo. Que los hombres se imaginen lo que quieran. El color del pelaje, su olor, la inequívoca textura. Salvo el hombre mediocre, cualquier otro, aún el menos sensible, el más patán, el más burdo y rústico, es capaz de permanecer horas observando el sexo de su mujer, analizándolo, metiéndolo en su memoria por si algún día llegara a olvidarse de su propia existencia, sea su esposa o su amante, o de aquella mujer así sea de conocimiento efímero: una mujer con la que uno se topa en la noche, náufraga de la vida como ella misma y como nosotros. Porque ese hombre sabe que ahí radica el secreto, no nada más el secreto de la humanidad ¿cómo es posible que de ahí provenga ese extraño bicho llamado hombre?, si no el secreto de la vida misma, del arrebato, de la pasión que conduce a la muerte o al éxtasis. Hay el que se guía por el olor de aquel sexo para convertirse en esclavo de esa mujer. Ese hombre merece respeto absoluto pues son pocos los que tienen el valor y las agallas para reconocer que son esclavos de alguna mujer, aunque esta no los ame. Es el hombre que es todos nosotros o al que aspiramos ser. Su intuición es básicamente animal, y, como los perros, no se detiene si ha de seguir a aquella mujer. Los hombres que se dejan seducir por sus sentidos son hombres obstinados, porque no piensan las cosas y las consecuencias de estos actos son imprevisibles. Sin embargo, son ellos los que precisamente mueven el mundo del arte, los que inspiran las grandes novelas, las historias más conmovedoras. Porque los hombres comunes y corrientes (que son los que escriben esas narraciones) los envidian. Darían toda su vida de ser meros testigos de los hechos, con tal de ser protagonistas. Pero no es este el único jugo femenino. El sudor es otro de ellos, sobre todo el axilar, es cosa aparte. Hay quienes piensan que mucho tiene que ver este jugo con el pelo y la beligerancia de la mujer, porque el calor del sudor de la axila hace que adquiera cierta humedad que lo torna refrescante al tacto y al gusto, uno pasa el dorso de la mano por ahí y es como beber un elíxir tonificante y prodigioso. Cuando un hombre o una mujer opone resistencia a estos menesteres, lo más probable es que piense que se ve mal, otra vez ese pinche pudor estúpido que no nos deja ser, no nos deja mostrarnos tal y como somos con esa persona amada, puede llegar a pensar que incluso causa repulsión; nada más ajeno ni más remoto al llamamiento de la virilidad que puede provocar en ciertos hombres, aquellos de elocuente bestialidad, esos que suelen declarar su amor apenas encuentran la manera de hacerlo, la manera correcta de gritar, aún a riesgo de ser rechazados, o tal vez movidos por eso, sin embargo, esa es otra historia. Pero hay dos jugos más, emanados desde el fondo mismo de la naturaleza femenina: la saliva y las lágrimas. Ya se sabe que los hombres ensalivamos, ya se sabe que los hombre lloramos y no hay nada más triste que ver a un hombre llorar su derrota, llorar la impotencia, nada más triste que ver a un coloso derrotado en su tristeza, pero no hay comparación cuando ese acto es consumado por una mujer, por tu mujer. Porque ahora no estamos hablando de la saliva que es expelida como una lluvia invisible del alma, si no de la que permanece en la boca durante y luego de un beso, cuando aquella lengua sabia ha recorrido esa oquedad hasta sus últimos recovecos, cuando por ahí ha hurgado el camino hacia el placer recóndito. Esa saliva que a su solo contacto hace que un hombre pierda la noción del tiempo y el espacio y que encima de todo una mujer erudita dosifica a su antojo. Las lágrimas constituyen el último de los jugos. Y no hay que hablar de muchas sino de una sola. En efecto, una lágrima que se desliza por el pómulo de una mujer, es capaz de conmover a una roca de granito. Sabe a sal no porque provenga del mar sino porque aquella mujer ha tardado mucho en sazonarla para dejarla escapar en ese momento preciso, en ese justo instante en la que el miedo y el valor son así de pequeños, acaso ha tardado un millón de años y quizá sea poco. Es este el único jugo que una mujer muestra sin importarle si aquel hombre es su amante, su hijo o su padre. De ahí su poder, el de una lágrima. De ahí su poder, el de una mujer.
“Y que conste que yo no soy de esos de los que dicen que todas son más putas que las gallinas... aunque lo piense.”
-Pazos-
A continuación pongo una pequeñísima lista de las mujeres que admiro o que me han dejado algún aprendizaje en mi vida, se que no son todas y que algunos pensarán en otras pero ni modo, son las mías y ya. Por aquello de que piensen que soy misógino y no sé que tanta tontería, con esto pretendo demostrar que no, aunque sé que no demuestro mucho por no decir nada, sin embargo me gusta pensar aunque muchas son malamadre con uno, todavía tienen salvación. Aunque a veces terminan por convencerme de lo que piensa Pazos, caray, el si que es un sabio. Veamos... María Sabina. Diamanda Galás. Natasha Merrit. Tory Amos. Rita Lee. María Callas. George Sand. Cleopatra. Gertrude Duby. Janis Joplin. Nina Persson. Joko Honda. Shirley Manson. Catalina Creel. Elis Regina. Diana Krall. Jessi Bulbo. (corazón, Si tu me dices ven, yo Lo dejo todo) Jenny Bombo. Ali Gua-Gua. Sinead O´Connor. Astrid Haddad. Paz Vega (mi diosa) La Congelada de Uva (que grande eres maestra) Fionna Apple. Eugenia León. Mina Harker. La Tesorito. Paquita la del barrio. Rosario Castellanos. Regina Orozco. Susana “mamacita” Zabaleta (si Jessy no se aplica yo me voy contigo) Margarita Isabel. Delia Casanova. Enya. Mafalda. Susanita. La Malinche. Griselda Alvarez. Sasha Montenegro. Lady Apache. Alanis Morissette. Lorena Bobbit. Marilyn Monroe. Tongolele. Silvia Pinal. Nicole Kidman. Helen Hunt. (eres el amor de mi vida) Kranka Potente. Selena. Sophie Ellis bextor. Carlota. Elena Poniatowska. Andrea Palma. Remedios Varo. Ofelia Guilmáin. Barbarella. Striperella. Gwen Stefani. Patti Smith. Marla Singer. (si todas fueran como tu... espero encontrarte algún día) Vampirella. Marianne Faithfull. Miss Piggy Betty Boop. Bellota, Bombón y Burbuja. La Princesa Caballero. Blanca nieves. La bruja de Blanca nieves. Amanda Miguel. Graciela Iturbide. Asia Argento. Isela Vega. Sibel (la de “contra la pared”, es un peliculón) María de Medeiros (carajo pero que hermosa mujer) Mafafa Mosquito. Juana la Loca. Cameron Diaz. Beatriz Kido. Y la mejor de todas por mucho, La chingada.
Crecí aquí. En este mundo lleno de caminos cerrados, pero, ¿quién en su sana condición, en su entero juicio puede crecer sólo, a merced de fantasmas de luz, de historias que antes no tenían sentido pero que el miedo las hizo realidad? Porque la gente que vive aquí, en mi mundo, ha conocido a sus héroes y han perdido el sueño por sus monstruos, y ha visto como amanece siempre gracias a que alguien pudo cortarle la cabeza al gigante que quería tapar para siempre el sol y dejar que los hombres murieran de frío. Pero yo dije en voz alta lo que todos callaban metidos en sus casas, yo dije que yo veía pasar el tiempo y que creía en todos los cuentos porque me hacía feliz, porque creer en las palabras era creer en la tierra, pero cuando creemos no hay piso, ni tierra, ni árboles, porque todo está vivo y se junta y se convierte en todo lo demás. ¿quién en su sana condición, en su entero juicio, ha soportado las visiones que llegan con el sueño? ¿quién ha podido hacer el día sin pensar en que todo se parece a lo que soñamos? ¿qué es en realidad lo que soñamos? Nadie puede, porque nadie está en su sana condición, en su entero juicio. Callar nuestras visiones es el desastre que hunde al mundo y humilla a los que dicen, a los que toman las riendas del camino y lo siguen hasta perderse y no vuelven jamás de su delirio de horizontes. Me han llevado arrastrando hasta encerrarme a la cordura del que quiere comer, me han arrastrado mientras de mi boca escurría saliva por el dolor que me causaba el encierro y la estrechez de las paredes y las personas. Pero ahora que escapo del encierro se me viene encima uno mayor. Paredes más grandes y más duras que las de este mundo no se hayan en el peor de los encierros. Y mientras todos ven no sé que mundo, yo veo en el trance oscuro de mi visión un agujero del tamaño de mis ojos por el que entra la luz, la luz que hace aquí todas las sombras que me confunden y allá, todas las mañanas de claridad que me esperan después de esta pesadilla de subsuelo en la que vivo. Oscuro.
Escribir es un buen pretexto para beber, quizá sea lo contrario, beber sea un buen pretexto para escribir, pero he comprobado que esstas dos acciones siempre van de la mano o al menos deberían, de ser así he encontrado una gran verdad, la coherencia y la fragilidad de la inspiración se encuentran cuando uno se desconecta de la realidad...
Escrito en alguna noche previa al viaje incierto. Julio 2005. Giallo...
Momentos antes de que todo se complicara, esos fueron buenos tiempos.
A veces me siento agradecido. Por esta vida, por mis amigos, por mis libros y mis discos. Pero en realidad mi vida es como una botella que necesito compartir. Como tus ojos huidizos que de pronto quisiera ponerlos al centro de una mesa y compartirlos con mis amigos en alguna borrachera ocasional, que no son pocas. Gracias de verdad, por esta vida de complicaciones y altibajos. Mi vida también es como un libro, como el que más he leído, uno que anda dando patadas de ahogado en mi cabeza, tratando de llegar hasta la noche para encontrar a mi mujer mítica en brazos de otro y decirme; “ya ves wey, te lo dije”. Y entonces tener un buen motivo para matar a un cabrón, solo así se justifica, de lo contrario te dicen sociópata o psicópata (hay que hacerlo, siempre he pensado que es el último precio que se debe de pagar por haber estado vivo: llevarte a un hijo de puta contigo) y que mejor que llevarte al cabrón que te lo quitó todo cuando beso a tu mujer mítica, a esa que uno solo imagina en sus sueños y que de pronto, un día se materializa solo para tratarte con el majestuoso precio de su indiferencia. A veces me dan ganas de destruir algo hermoso, me dan ganas de buscar a ese pendejo y sin presentarme agarrarlo a golpes hasta deformarle la cara, hasta matarlo, que tengan que sacar su expediente médico dental para poder indentificarlo, bañarte en su sangre y comerte su corazón a mordidas llenas de odio y rencor que de alguna manera disfrazarán ese sabor a sangre podrida, golpearlo hasta cansarme, hasta que me duelan los puños y encontrarme con la sorpresa del dolor propio de golpearle, a razón de tener los nudillos abiertos de tantos impactos sobre su cara, cortarme las manos con pedacitos de cartílago de su nariz rota mezclados con piel ensangrentada, romperle las piernas y molerle la espalda a patadas hasta hacerlo llorar, hasta ridiculizarlo frente a ella, hasta que pida perdón por haberse atrevido, por haber osado a cometer el pecado imperdonable de amar y no solo eso, de robar a tu mujer ideal, porque es un robo en cierta forma. Y todo ensangrentado y tirado en el suelo, con la cara raspada de rayársela en el pavimento tomarlo del cabello, arrastrarlo hasta los pies de esa mujer, alzarle la cabeza y lanzarle un último escupitajo para volver a aventar su rostro sobre el suelo y decirle a ella “ahí tienes, ahora ya puedes disfrutarlo”. Si ya lo sé, es una especie de venganza por haber sufrido tal traición, y lo peor y más jocoso del asunto es que los dos mentirosos ni siquiera están enterados de su crimen, y eso si que es jodido, sin embargo, el ignorar el crimen no significa que no se haya cometido. Mis amigos insisten en que eso no me llevará a nada, puede ser cierto, pero una cosa es segura, solo me dejará una satisfacción breve y un vacío conmigo mismo. Lo hago por la satisfacción y al menos no ignoraré mi crimen. Vaya, ahora que lo pienso si que debería estar encabronado por ese hurto, la espere toda mi vida, soñé eternamente con ella y en cuestión de unos meses llega un sujeto cualquiera y se la lleva de mi mente y de mi espacio, solo fueron unos meses lo que a mi me costó años de trabajo. Hubiera dado lo que sea por descubrirlos en algún beso, al menos así hubiera valido la pena. Pero no estaba en eso. Hablaba de aquel libro predilecto entre mis pertenencias. Aquel libro o aquella vida que esa mujer puso en mis manos (se cobró caro los besos). Recuerdo bien cuando me confinó a esa vida, me miró entonces con una mirada en la cual yo creí entrever un poco de conmiseración y otro tanto de piedad. Acercó su cara y me besó. No puedo compartir ese beso pero si puedo compartir mi vida y mis escritos plagados de locura, de lo política y existencialmente incorrecto... o cuando menos no puedo compartir ese beso inmediatamente o no ahora. Se necesitan varios ingredientes que no siempre van de la mano; no tomarse enserio, reírse de uno mismo (que casi, dije casi, es lo mismo que lo primero) vivir la derrota con alegría y el éxito con desconfianza, o mejor con pesadumbre. Pero mi libro de mi vida si lo puedo compartir, en este momento, aquí y ahora, por que no, en este poema:
¿Cuánto es el desgaste que implica hacer de nuestra vida una metáfora? ¿Quién me manda levantarme temprano y ordenar las migas y mis alucinaciones que traje de mi país de las maravillas? Que los esquemas, que las anécdotas para una novela, Que los versos de algún momento Se desvanezcan cual humo de mi tabaco encendido. Con cuanto tesón diseño ese espacio En el que caigo prisionero. Creer que recolecto los pasos que me inventan. Dar muestras de albedrío. Ir y ser mi mejor testimonio de mi propia ausencia., Instalarme en la carnalidad eterna. Consubstanciación, ese manjar erizado en la piel que no trasciende. El coito ilumina las vagas formas de la inquietud, Entonces la lengua accede al vértigo. Horas en vela para afilar algunas trivialidades Y volverlas un indicio mayor. Iniciar un poema como si lo copiara de un original inexistente. El peso del lenguaje, cada quien con el suyo, balbuceando. Y ese pretexto para el diálogo, ¿hasta que punto, más que revelar, ramifica un proyecto de salvación? El silencio, el olvido, la virulencia. Escarbar en el transcurrir detenido, Y yacer en la inminente ocasión.
Me hubiera gustado que ella me leyera este poema mientras yo cierro mis ojos. Los poemas siempre me sabían mejor de los labios de ella, siempre fue así. A veces quisiera que mis amigos bebieran de esos mismos labios, quizá así me entenderían un poco más, si debo ser justo, debo decir que muy pocas como ella me han succionado la lengua de esa manera. Realmente me gustaría que mis amigos hubieran entrado en mi cuerpo para sentir y compartir ese temblor de un beso fortuito. Vengan todos a probar de esta lengua, se las presto; no, mejor se las rento. Con todo y mujer. No quiero dinero a cambio, mejor un CD de Manu o de los Fabulosos, algo que no tenga y que sea significativo para mi, una buena botella de wisky como la que me compré hace unas semanas o una de tequila, de menos una caguama que es lo que le gustaba. Me gustaba oírla mientras bebía conmigo. No hay nada que me excite más en este mundo que el olor entremezclado de un perfume de mujer, acompañado por el aliento femenino del cigarro y el alcohol, y si se puede acompañado de una voz seductora, mejor. A veces me gano un beso por decir esa confesión, aunque no quiero más besos, quiero llevarme la fiesta en paz, eso sería lo más sano pero nunca he podido cumplirlo. Hacer de mi vida un páramo. Algo donde no haya la más mínima suciedad. Eso ha sido mi vida: un lote baldío donde los perros y las ratas se disputan las sobras , mis sobras. Todo yo soy una sobra. El último vestigio de alguien que alguna vez degustó de los buenos momentos como los ojos de un niño disfrutan del arco iris. Se me ocurre otro poema o al menos un intento de...
Caminando por la sombra del sol Busco una luz que no me ciegue, La casa derruida, el jardín oculto, no son garantía De una paz solemne. En otro cuarto destapas una botella Para resistir la sombra, chillas, Como un pájaro arrojado por el sol Contra las persianas. Tras las paredes, el día me aturde con su grito de batalla, Y aunque no comprendo a la tierra que gira bajo la casa, Persigo al jardín donde parpadeaba noche, Como una cicatriz de oro.
Este también me hubiera gustado oírlo de su boca, mientras me gime palabras obscenas al oído con el espíritu de un amor jadeante, mismas que tienen que ver con la beatitud, la castidad, la pureza, la humildad. Lame mi oreja con aspereza mientras me vienen imágenes poéticas a la mente. Su lengua es áspera, como una lija para cepillar madera, me agrada, y de pronto dulce como la mirada de una anciana. Solo una mujer noble desparrama su amor en todo menesteroso. Solo una mujer noble abre sus piernas sin que medie un interés de alguna especie. ¿Por qué no desafueran al alcohol, por que no le quitan todos sus privilegios y lo prohíben en las mujeres ingratas que ven por la incertidumbre de los hombres? Me gustaría hacerle el amor a una mujer, creo que nunca se lo he hecho a ninguna. Ese maldito amor que tanta sangre ha costado. Leerle un poema mientras se lo hago, un poema como este último:
Bebo para despoblar de mi los signos brutales del escarmiento, Bebo para obtener esa locura, ese amarillo, esa depresión de Van Gogh, De noche me atormentan los campanarios. El delicado mecanismo reduce las pasiones Y establece largos paseos con una mujer A la que nunca llegué a tocarle la piel, A la que nunca llegué a tiempo por más que corrí desesperado. Beatrices confiscadas, deportadas a la nada de mis deseos consuetudinarios. Amor y lejanía, domadores de ausencia. Los sueños vuelven a los mismos bares preguntando Tu, ¿de quién estás enamorado realmente? Bebo para domeñar nuestra época. Pero en pocas palabras, Bebo para retener esta inquietud, dentro del pecho.
Y te odio, te aborrezco nuevamente, Te odio por el hecho de no poder odiarte, Te odio porque te fuiste una noche Dejándome solo un signo de interrogación en la cara. Te odio también por haber sido El motivo de tantas lágrimas que no tuvieron memoria. Por no haberme permitido darte todo Lo que tenia planeado para ti. Te odio por haberte negado a la posibilidad, Por haberme condenado a tantas noches de desvelo. Y por formar parte de mis sueños recurrentes Cuando no quisiste formar parte de mi historia. Hoy te odio como no se odia a nada más, Con la cara endurecida, con las manos hechas puños. Te odio con mi fe y con mi desesperanza, Con mi fuerza implacable Y con lo que queda de mis sueños hechos trizas. Y te odio con desilusión y con mi desidia, Con mis demonios y una mirada desdeñosa. Te odio por dejarme una fotografía burlona Que me tatúa a cada día lo que no pudo ser, Lo que nunca será. Porque fuiste mi razón para creer Y porque ahora tengo que sacar una nueva razón Que se parezca a ti, aunque sé que nunca He de encontrar en este mundo miserable. Te odio por confinarme al peor de los encierros, Te odio por haberme dejado en libertad. Y te odio por tirarme al lugar de tu indiferencia Como se tira un costal de ropa sucia. Por tener el valor de olvidarme Y por haberme negado el honor De rozar tu mano a cada noche, a cada momento. Te odio por no haberme dado mi derecho de réplica, Por negarme el beneficio de la duda. Te odio por haberme convertido en lo que soy, Y porque nunca hicimos realidad tantas promesas. Y por nunca hacer ese viaje juntos Y porque nunca nos tomamos una fotografía de aniversario. Porque me infectaste de esa enfermedad Que te tumba en una cama y que se llama depresión. Porque solo me dejaste nuestros recuerdos Cuando tenias el poder de darme mil momentos más. Y porque hoy tengo una mano desnuda mientras camino solo Cuando debería tenerte a mi lado. Y te odio porque ya no estás Del otro lado de la línea telefónica. Y por haberme cancelado tantas pláticas pendientes. Porque ahora ya no tengo a quien escribirle Y porque sé que nunca leerás esto. Tan terrible es el odio Que ni siquiera te atreves a mostrarme tu desprecio. Y te odio porque hoy mis labios No te encuentran más. Te odio por acostumbrarme a tus besos fortuitos, A tus sentimientos clandestinos, A tus caricias escondidas. Y te odio porque nunca me escribiste lo que fuera, Por dejarme cien hojas en blanco. Y por las veces que fui tu burla, Tu capricho de media noche bajo La promesa de tu belleza descarada. Te odio por las veces que me hiciste besar tu frivolidad Y por los besos desperdiciados. Por cada vez que no me diste la cara Y por cada te quiero que me has negado. Y por cada litro de alcohol que me he bebido En tu nombre, cuando tu no estás conmigo. Y te odio por perderte en tu laberinto Esperando encontrar no sé que cosa. Y por el legado de canciones que has dejado en mi memoria Y por mis discos preferidos que ahora No puedo escuchar sin invocar a tu fantasma. Y te odio por venderme a tus miedos Y por tomar la salida fácil del que se aleja con el enojo. Por esperar a decirme la verdad hasta el último momento. Hasta el último suspiro, hasta el último cigarro. Y por ser estratégica conmigo cuando pudo ser más fácil. Por las veces que me hiciste esperar Un beso que nunca llegó. Y te odio por obligarme a avergonzarme De mis noches dedicadas a ti. Y por haberme mostrado vulnerable a tus ideas Y a tus insinuaciones que no supe descifrar. Y te odio por ser la derrota predilecta Del hombre que ya no quiere soñar. Y por quitarme el tiempo para demostrarte Que para mi fuiste lo más importante. Y por todas aquellas noches que me dejaste soñar contigo. Por llevarme contigo y lamentar el extrañarme, La añoranza de volver a ser algún día lo que fui. Y te odio por haber dejado a un hombre caído, Por mentirme y por mentirte. Y te odio por haberme despreciado alguna noche. Y porque aún hoy te sigo dedicando Algo de mi tiempo escribiéndote estas cosas. Te odio porque no me permitiste escribir en tu libro de los días. Y te odio porque estuvo en tus manos y no hiciste nada. Y por las veces que me encuentro en los bares Con tu nombre pudriéndose en mis labios. Y por las ocasiones en que te imagino en la calle Y en las que recorro la tierra en tu búsqueda. Y te odio por tus manías que identifico en otra gente, Y por tus ojos que me persiguen en caras desconocidas. Y por tu sonrisa que a veces me despierta por las noches, Por tus facciones que imagino en el espejo. Por el recuerdo de tu voz susurrándome al oído Y por las veces que me has hecho llorar en silencio. Y te odio porque tu no sabes nada realmente, Tu no sabes nada, absolutamente nada. Te odio porque no tenía idea Y porque nunca escuchaste las canciones Que tenía dedicadas para ti. Porque nunca nos tumbamos en mi cama Con un buen trago de cerveza. Y porque nunca vimos juntos una estrella, Y porque ahora soy solo yo el que le aúlla a la luna. Y porque no estuviste en mi cumpleaños Y ni siquiera te dignaste a hacer una llamada. Y te odio porque nunca nos dimos un regalo de navidad, Ni siquiera compartimos una juntos. Y por todas las veces que he tenido que negarte Cuando alguien me pregunta si estoy pensando en ti. Te odio porque nunca tuve el valor de atarte a mi cama. Y por las innumerables ocasiones en que te cuelas en mis sueños Dejándome la añoranza y una lágrima mórbida al despertar. Por ser tan indispensable en mi vida Como el mismo aire que respiro, como mis piernas o mis pulmones. Por ser la verdad innegable que vomita mi corazón. Por quitarme los nervios de cada visita ocasional Y la tensión a cada beso previo, el beso que siempre planeábamos Aunque ambos fingíamos su espontaneidad. Te odio por haberme quitado mi dignidad Y mis poemas empapados de miseria. Por tantas caminatas nocturnas en vano, Salpicadas de la lejanía de tocar siquiera los dedos De tu corazón. Hoy te odio sobre todas las cosas. Hoy se me ocurren más de mil razones para odiarte, Pero te odio por las que no se me ocurren. Y sobre todo te odio porque Desde que te fuiste Ya no pude seguir aprendiendo de ti. Quedé en deuda conmigo mismo Haciendo el recuento en el inventario De mi corazón.
Escrito en alguna madrugada de Diciembre 2004 Giallo...
...Fin... Fini... ...Infini ...Infinito... "¿Por dónde saldrá el sol?"
Y mi cabeza está llena de ratas, pero el tiempo no para. Yo veo al futuro repetir el pasado y el tiempo no para. Mientras escucho esa canción escribo lo que será el tratado de mi desencanto. Me encuentro bajo la influencia de una botella y unos cuantos tabacos, pretendo escribir mientras mi cabeza esté lo suficientemente desconectada de la realidad para poder capturar cuantas ideas lleguen a ella, dentro de la locura solemne que encierran unos tragos de alcohol: “la forma más cuerda de vivir es vivir estando loco” según Oscar Wilde y yo le creo. Disparo contra el sol con la fuerza del ocaso, y el tiempo no para, las notas ametrallan mi cabeza que amenaza con explotar pero no paro de beber, no tengo porque hacerlo, no quiero hacerlo, es el descubrimiento de un momento de lucidez cuando me doy cuenta de que estoy cansado de correr en la dirección contraria, mi lógica y todo lo que conozco me dice que soy sólo un hombre más, pero yo sé que no, soy más que eso y poco a poco empiezo a convencerme de que así es. La noche del martes llegué a varias conclusiones, como dije, iba en busca de respuestas y las encontré. Apenas se abrió la puerta y un destello de luz que ahora ya no sé si fue real invadió mis ojos, ese debe ser el color de las soluciones que muchos hombres no encuentran, de ser así debo decir que soy un hombre afortunado, todo hay que decirlo. La noche del martes iba en busca de soluciones, iba con la necesidad latente de encontrarme una solución, no la encontré de la manera en que se piensa, Chema no abrió la puerta y me dijo que hacer, la noche del martes me di cuenta que las soluciones y las respuestas siempre las he tenido yo, ahora ya soy grande, ahora ya crecí, me he dado cuenta de que solo necesito que me den la pista y yo encontraré la resolución del problema, al darme cuenta de esto me sentí supremo y esa sensación no se me ha ido del sabor de boca que tengo en las mañanas. Yo no tengo fechas para recordar, mis días se gastan de par en par, buscando un sentido a todo esto, mis ojos se entrecierran pero mi cabeza no deja de dictar lo que debo escribir, el ansia me consume y me acompaña como agobio, debo seguir escribiendo, es vital escribir para mi. Pero si piensas que estoy derrotado, quiero que sepas que me la sigo jugando, porque el tiempo no para. Ahora me encuentro en un momento de transición, de la decadencia a la solidez, me di cuenta de que realmente estoy solo y que no solamente es una sensación que me invade las venas cuando recibo un golpe. Siempre estamos solos, vivimos en un mundo despiadado forjado de tierra maldita, estoy pensando que la misión del mundo y de la vida en si es jodernos de cuantas formas sea posible, pos otro lado, nuestra misión es no dejarnos y sobrevivir, no sé a dónde tenemos que llegar pero mientras estemos aquí tenemos que sobrevivir, seguir respirando. Allá afuera solo te encuentras con la soledad, el despecho, el consuelo ya no es para los cobarde y no está reservado para los valientes, es decir, ya no hay consuelo allá afuera, alguien se lo terminó y solo hay eternos campos de miedo. El mundo es inclemente y no dudará con patearnos el culo hasta sangrarnos, nos aplastará la cara contra el fango hasta pedir perdón, no hay esperanza y eso es lo que nos hace libres, cuando un hombre pierde la esperanza se encuentra con la verdadera libertad. Allá afuera solo esta el olvido y el frío instalado para que mueran los hombres, entonces cuando uno llega a ver esas cosas que no son necesariamente producto de la imaginación, podrá darse cuenta de que se tiene un nudo en la garganta a fuerza de vivir en la desesperanza. En ese momento hay que parar, detenernos y tratar de pensar un poco, es hora de comenzar de nuevo. Hoy sigo siendo el mismo que escribe desde el otro lado de la pantalla, noche tras noche, buscando no sé que cosa, inspiración pudiera ser, no lo sé. Ahora que lo pienso es hora de empezar pero no a hacer lo mismo, es hora de comenzar desde cero en virtud de la creación de algo totalmente diferente ¿porqué un hombre está dispuesto a hacer lo que sea solamente cuando lo ha perdido todo?. Es hora de hacer algo diferente, algo distinto, tómate tu tiempo y piensa ahora que quieres, si es necesario sal de aquí corriendo, ¡corre Forrest corre!, corre hasta que ya no haya a donde correr, corre hasta que el mundo pierda su rumbo que a nadie le importas, no somos especiales, el perdón no se hizo para nosotros, corre hasta que no sientas las piernas, cierra los ojos y siente el aire rozando tu cara, siente las gotas de lluvia mojarte el cabello y sigue corriendo, corre que el diablo te persigue ¿y sabes que? Quiere tu alma. Cuando dejes de correr habrás dejado de pensar, habrás dejado todo atrás y habrás llegado a un lugar solitario, ese es un buen lugar para comenzar. A mi me gustaría correr hasta llegar a un desierto, siempre he pensado que los desiertos fueron inventados para los hombres que quieren empezar de nuevo, allí no hay nada, nadie te conoce y no conoces a nadie, realmente estas solo y a nadie le importas, el desierto es un lugar en blanco, una página nueva para escribir una nueva historia, es el lugar predilecto donde no llegan las cosas mundanas, un rincón de purificación para todos aquellos que no quieren ser alcanzados por su pasado y por sus recuerdos. Allí no hay personas, no hay vida, no se escuchan los automóviles apurados, no hay multitudes de personas descontroladas por llegar a ninguna parte, allí no hay nada y quizá sea eso lo que buscamos, la nada, algo que solo nos pertenezca a nosotros y a nadie más. Ahora estoy comenzando de nuevo, estoy creando algo nuevo para mi, el pasado ya pasó y no se puede vivir de eso para siempre. Nos preocupamos tanto de éxitos conseguidos en tiempo pretérito que nos olvidamos del tiempo realmente experimentable, el presente. No vale la pena sufrir sin un buen motivo. Esa noche me di cuenta del poder que realmente tengo entre mis manos, el poder de cambiar las cosas. Nada es inalterable, nada es definitivo, solo el cambio es lo único que permanece en el tiempo, incondicional. Por esta noche he ganado una batalla a mis demonios, ahora estoy un paso delante de muchas personas. Según la mitología griega los dioses eran seres divinos que movían la vida en el planeta y todo lo que habitaba en ella, sin embargo, había unos seres más poderosos que ellos, una comunidad capaz de terminar con los dioses y mover el universo a su antojo, seres de mayor poder, recibían el nombre de Titanes. Y una vez que he comprendido esta gran verdad me di cuenta de que mis miedos, mis angustias, mis enemigos y mis demonios son realmente dioses impenetrables y poderoso, pero no había reparado en que nosotros, mi pequeña comunidad y yo, somos Titanes.
(O de Cómo las Mujeres nos Hacen Perder la Cabeza)
Anoche soñé que temblaba, Que todo se caía en pedazos, que entonces se abría la tierra y de una sacudida nos tragaba, nos consumía los sueños y nos devoraba el olvido, nos fundía esta tierra maldita en vísperas de nostalgia. Soñé que empezaba la guerra Y todo el mundo quedaba envuelto En una nube espesa y gris, Yo estaba en la penumbra, En el exilio obligado a compartir Con mi cuerpo y con la nada. Soñé que explotaba el planeta Y del cielo llovían lumbre y cenizas, Soñé que los mares, lagos y ríos Eran desiertos, secos y vacíos, Ríos y ríos de lágrimas iguales A mi alma inconsistente y lastimada De un amor jadeante. Soñé que los muertos salían de sus tumbas Y los miserables bajaban de las ciudades perdidas. Soñé que todos los perros del mundo tenían rabia Y una necesidad inconmensurable de morder Abatía sus cuerpos decadentes, La gente moría de hambre y cansancio Mientras la desesperación contemplaba cínica Y se posaba en el viento que respirábamos. Lo soñé tan real que no pude despertar Mientras la noche me cubría una vez más. Anoche soñé la destrucción, el dolor, El miedo y el horror, Y en medio de todo eso Anoche soñé que tú llegabas Y me salvabas.
Alguna noche de Octubre 2004 Giallo...
Este lo escribí para una persona muy especial, recuerdo que cuando lo leyó me dijo que era muy hermoso, lo conservo como algo muy valioso y hoy quiero compartirlo. Esa persona ya no está, una noche se fue y no volvió más pero aún me queda esto como un recuerdo de lo que pudo ser pero que nunca será. ... Buscando un Ideal...
“Llegué a un punto donde mi necesidad de encontrar una solución fue reemplazada por la poesía de mi continuo fracaso.” Charles Simic...
A veces, solo por momentos quisiera ser más estúpido de lo que soy para no darme cuenta y no entender, sin que me causara la menor complicación. A veces quisiera ser tan bodrio para no darme cuenta de que mi vida es un rotundo fracaso, de que me estoy yendo a pique y de que finalmente ya no me importa. Hoy estoy muy cansado, muy agotado, es muy pesado vivir así día con día, sin esperanza de nada, realmente ya no espero nada y simplemente me levanto por inercia, duermo sin sueño y cuando me acuesto ya no descanso, es más, creo que me levanto más cansado que antes y esto se va acumulando, en vez de descansar me voy cansando más y más hasta el punto de querer estar completamente solo con mis remordimientos y mis ideas equívocas sobre el mundo. Actualmente sufro de insomnio, por las noche no puedo dormir y por los días permanezco en un estado de letargo, abandonado del mundo, soy una especie de antihéroe taciturno en busca de la defensa entre las causas perdidas, cuando uno está así nunca estas dormido pero tampoco estás despierto realmente . Me encuentro abrumado por la intangibilidad de mi vida precaria, me preocupa el hecho de que poco a poco ya nada me va llenando, sigo buscando pero ya nada encuentro o al menos ya nada nuevo, mis maestros me han abandonado y aunque pienso que ya era hora me doy cuenta de que aún no estoy del todo preparado. Me encuentro entonces buscando un camino bajo la inmensidad de este cielo de un mundo imperfecto. El cielo, un espacio que para mi encierra el misterio de no saber si todo será como debe ser. El domingo jugué todo el día hasta sentir las piernas cansadas, a punto de reventar en venas llenas de ácido láctico, es mi manera de desconectarme de mi mundo, de este mundo y de su realidad. Llegué a descubrir que en una cancha me siento tranquilo, solo pienso en el balón y nada más, allí no existen mis problemas familiares, no existen horarios de trabajo ni desencantos amorosos, es allí donde he encontrado mi sistema de pertenencia, no hay avaricia por el dinero ni cosas nacientes de plusvalías existenciales. Supongo que por eso los futbolistas apasionados como yo se encierran dentro de un balón, el fútbol es como la vida, cuesta trabajo y hay que comenzar lo mismo muchas veces, una y otra y otra vez hasta que salga, hasta que se logre anotar un gol. Cuando lo llegas a anotar la felicidad es tan grande que se te olvida que no eres dueño de nada, en el juego soy parte de un equipo, soy parte y engrane de un todo, todos me necesitan y yo necesito de todos, así es como debiera ser, el esfuerzo de todos es tan grande que el anotar un solo gol en toda la tarde hace que valga la pena, ¿cuánto dura esa sensación? En realidad nunca lo he pensado, pero creo que dura 7 segundos, es decir, por 7 segundos eres feliz, por 7 segundos soy realmente libre. Por desgracia no puedo estar toda mi vida en los campos, inclusive me he replanteado si realmente soy escritor, siempre he pensado que de no serlo, de no ser lo que soy me hubiera encantado ser futbolista, es mi vida, mi pasión y mi locura. A veces llegó a la conclusión de que mi vida corresponde a un momento clave dentro de mi nacimiento, cuando nací, si hubiera encontrado un balón mi vida sería muy diferente, sin embargo, en vez de un balón me encontré con un montón de hojas de papel bond y muchos colores prismacolor, lo cual en una primera instancia me hizo un artista plástico y este oficio con el paso de los años se devino en un escritor, un cuenta cuentos, historias pasmosas que a veces no tienen sentido. Después de jugar toda la tarde me senté a mirar el alba, atrás de mi casa tengo un lugar lejos de todo, lejos, nunca nadie está ahí, hay una vista de la ciudad muy buena, uno puede pasarse horas mirando lo que acontece, vidas parsimoniosas de personas desconocidas miradas desde una barranca solitaria. Me di cuenta de muchas cosas, mi vida se va aclarando poco a poco y aunque aún sigo confundido y solo ya me siento más tranquilo. A veces me siento en ese lugar a pensar, me distraigo de mi mismo, lo malo es cuando ella me invade, cuando ella sale de su escondite y se transforma en un fantasma que no me deja, me toma por dentro, se cuelga de mis tripas y apuntala al corazón, no me suelta, es en esos momentos cuando me pongo a soñar con su cintura, con lo que nunca fue y con lo que nunca será, la extraño, la odio por el hecho de no poder odiarla, pero la extraño. Para colmo de males mi cámara, mi camarita de foto digital se ha jodido, le cayo agua y ya no funcionó, por tanto no puedo seguir tomando fotos, ya no puedo seguir ilustrando mi vida, espero que tenga compostura y que no salga muy cara porque puedo prescindir de muchas cosas pero no puedo dejar de tomar imágenes surrealistas de la vida de un sujeto tan caótico como yo. Ayer salí a la plaza comercial de Coyoacán, iba acompañado y entré al Mix Up solo para ver que tenían, me encontré con muy buenos precios en la filmografía de arte y me compré la película de “Lucia y el Sexo” de Julio Medem. La primera vez que miré esa película en el cine supe que cambiaría mi vida por completo, ayer mismo la volví a ver y sigo pensando lo mismo, realmente cambió mi forma de ver las cosas y llegué a la conclusión de que busco a una mujer como Lucía (Paz vega), no es mucho pedir, solo busco a la mujer que tenga la valentía suficiente para decir que está enamorada de mi y que quiere vivir conmigo, veo esa escena una y otra vez y me hace ilusión, aunque no sea más que un simple espectador daría lo que fuera por ser parte ínfima del protagonista, Lorenzo (Tristán Ulloa), un escritor que no esperaba encontrarse a Lucía en un bar, allí siempre ha estado, esperándolo, esperando el momento para decirle lo que siente, emborracharse y dar rienda al sexo desenfrenado, polvo de amor con salvaje conocido. Sin embargo regreso a la realidad, para mi no hay Lucías, solo están los bares repletos de parejas impenetrables, no hay misericordia ni soluciones para mi, para mi no hay Lucías, pero si hay chicas extremadamente guapas, lo malo es que su feminidad es inversamente proporcional a su coeficiente intelectual, es decir, muy guapas pero extremadamente estúpidas, supongo que no se puede tener todo y lo que me hace sentir bien es chorearme a esas chicas con algún argumento digno de un intelectual, y no tengo que hacer mucho esfuerzo, ni siquiera es necesario que emplee todos mis conocimientos, basta con hablarles un poco de algún tema que desconozcan que por lo general es cualquier tema que no esté relacionado con los antros de moda o el Big Brother, eso lo hace aunque sea un poco más soportable, aunque siga sin haber Lucías. Más no todo es malo, ayer recibí una llamada que me ha puesto muy contento, del otro lado de la bocina estaba nada más y nada menos que el mismísimo Chema, carajo, quien me conozca sabrá de chema, es mi hermano, mi carnal y no somos parientes. Sin duda y sin temor a equivocarme el es el tipo más auténtico y pleno que he conocido en mi vida, ya le dedicaré un espacio en este blog, por lo pronto con esas palabras bastan para definirlo, auténtico y pleno. Ha regresado de España y no regresó solo, ha traído consigo a Ana, su chica, yo me siento feliz por él, por ellos, bastante la sufrió y ahora ahí tiene la recompensa. Hoy nos veremos en su casa, todos los que integramos la cofradía para iniciar una emisión más de las “hermandades”, las chelas y las bachas no faltarán y yo estaré ahí para formar parte de lo que siempre he sido, porque hay otros como yo, ellos me entienden y me ayudan, soy parte de esa escasa sociedad y estoy orgulloso y agradecido de serlo, algunos me conocen y se asombran de mi forma de ser y de pensar, pero yo siempre les digo que hay otros como yo, somos como una especie en extinción, una muy rara y poco conocida, tan rara como asombrosa. Entonces hoy espero ver a mi gran hermano en busca de aventuras, necesito que me cuente todo lo que vivió, lo que hay del otro lado del charco, promete ser una gran noche acompañada de nueva música, él siempre trae la buena propuesta musical desde el rincón del planeta al que le toque ir. Hoy voy en busca de ayuda, voy en busca de respuestas para encontrarme una solución, chema siempre las tiene o al menos siempre las ha tenido, en cuanto le cuente el desmadre que tengo en mi vida y la porquería que he hecho aquí seguramente me regañará y después me dirá que hacer. Hoy cambiaré una vez más por completo, solo espero que si mi Lucía existe no se desespere, y aguante unos días más en algún bar de Constitución, allá en Buenos Aires.
Estos son algunos amigos que entienden el concepto de amistad
"Dedicado a todos aquellos
que prefieren de los finales inmediatos y misericordiosos,
antes que las amistades largas y... mal intencionadas"
En estos últimos días me he dado cuenta de muchas cosas acerca de mi persona, paso a explicarlo. Soy amiguero cien por ciento. Puedo prescindir del amor pero no de la amistad. Lo único que tengo a la mano en mis momentos de soledad verdadera son mis amigos, mis hermanos. No cuestionan, no buscan ayudarme, solo se remiten a escuchar y aunque a veces no comparten mis puntos de vista ahí están, a mi lado, no fallan, bueno solo a veces. Amo a mis amigos y en ese sentido soy capaz de prescindir de la terrible carga que representa y significa amar. También me he dado cuenta de que he compartido todo con mis amores, amigas, realmente no tengo un calificativo para ellas y a veces pienso que estoy mal, que no debo compartirlo todo por no decir nada pero a estas alturas ya que más da, me refiero a momentos de estrujante belleza o de peligro, sin embargo, no busco entregarme a ellas como con los amigos, con ellos me entrego por completo porque la amistad entre los hombres es tan intensa como despiadada, tan franca como rotunda. Me gusta abrazar a mis amigos, darles palmadas en la espalda. Acabo de inventar una palabra que la pondré en uso de inmediato, “abrezos” que en español querría decir abrazos y besos. Te mando abrezos, les diré cada vez que me despida de ellos. He tendido y elaborado vínculos tan indestructibles como frágiles con mis amigos: la música, la literatura, el cine, el arte en general y de ahí deviene la complicidad. El alcohol, el gusto por la mujer, el dolor adyacente por alguna herida amorosa o por lo que sea que pueda ser digno de tomarse en cuenta como un infranqueable dolor. Afinidades – obsesiones que van surcando con arrugas el rostro de un hombre. Un amigo por definirlo de una forma escueta y mórbida, es alguien a quien puedes dejar de ver en mucho tiempo y no pasa nada; lo vuelves a ver y la plática fluye como si se hubiesen visto ayer. He llegado a pensar que entre amigos no caben o por lo menos no deben caber resentimientos porque no existe el protagonismo (“repíteme que yo soy todo en tu vida”; frase que en los labios de una mujer suena a sentencia de muerte) por citar algún ejemplo de ese protagonismo pretendido desde un primer momento. Atención en esto, lo siguiente que estoy por decir es muy duro y frágil y estoy seguro que la mayoría de las mujeres están en contraposición con lo que digo, y si alguna llegara a leer esto enseguida de leer este punto estará dispuesta a hacer lo que sea con tal de demostrar lo contrario, aunque ambos sabemos que es verdad, tu y yo amigo mío, o ella y yo, o el hombre y la mujer, finalmente el orden de los factores no altera el producto. “LA AMISTAD ENTRE EL HOMBRE Y LA MUJER NO EXISTE” y después se forma un silencio como el que ahora está después de mis palabras. Es una basura, no existe porque apenas se produce el acercamiento , el hombre sublima aquel perfume, aquel aroma exótico y místico de cualquier mujer, su aliento y su sutileza con la que nos dicen todo, aquella voz y entonces ya no cabe la sinceridad sino la conquista, la camaradería sino el deseo y más aún si hay de por medio un trago o un toque, o ambos. Y si no existe el menor deseo lo único que resta es la incomunicación, porque una mujer jamás será capaz de comprender las necedades de un varón, su modo tan zafio de razonar ante la problemática que significa estar vivo y sufrir un descalabro tras otro, todos los días, uno tras otro, así sin tregua, tras tras tras, sin descanso, sin descanso. El hombre se esfuerza por comprender la condición femenina porque le abruma la necesidad de aproximarse a la mujer, pero la mujer puede pasarse toda una vida sin hacer el menor esfuerzo por corresponder este desgaste, técnicamente a la mujer le vale madres; le basta con chasquear los dedos para tener al hombre que guste a sus pies. Siempre ha sido así, es así como funciona el mundo, yo quisiera conocer al estúpido que dijo que la mujer es el sexo débil, me pregunto día con día, noche tras noche ¿débil en qué?, ese tipo de poder no se compra, se gana y en este caso es inherente al sexo femenino. La amistad entre un hombre y una mujer entonces siempre se verá mermada por el amor, el sexo o el interés, este último puede ser de cualquier tipo para no remitirlo inmediatamente a lo material. Así no es posible amistad alguna. También he llegado a entender que la mejor amistad es uno mismo. El mejor amigo es uno mismo. Porque uno nada espera ( o por lo menos nada habría de esperar) de sí mismo. Ni comprensión ni perdones o la menor condescendencia. Uno siempre sabe hasta dónde es implacable con su propia naturaleza, si tolera o no sus errores, si comparte sus sueños, si se tiende la mano, pero asimismo si en su rostro asoma un gesto leve de repugnancia cuando se contempla al espejo. Uno mismo (que es el mejor modo de hacerse acompañar de la grata soledad) es el único amigo que no se muere antes o después. Querámoslo o no, contamos siempre con él. El fundamento de la amistad masculina no sufre de modificaciones, trátese de la amistad entre dos jóvenes, dos niños o dos ancianos y consiste en la complicidad. Entre dos amigos verdaderos surge inmediatamente un sentimiento de rebeldía que deviene de uno de frustración. Lo que digo es que los amigos son amigos porque comparten la misma sensación de que son excluidos, de que hay una pared invisible que es imposible de transgredir. Es esa imposibilidad la que permite a los hombres tomarse de la mano y ayudar a levantar al otro o caerse los dos para después levantarse juntos, si es que quieren volver a levantarse, lo que es inconcebible y hasta imperdonable en un hombre es el abandono a un amigo, por ningún motivo se debe dejar a un hombre caído. Eso no se hace, simplemente va contra las reglas. Un aspecto básico de la amistad entre dos o más hombres es un sentido del humor corrosivo y cáustico. Cuando la amistad raya en un nivel de entrega absoluta, lo que priva en el fondo es un modo determinado de enfrentar la vida, de enfrentarse a la muerte por medio de la risa, de no tomarse las cosas tan en serio, de atreverse a romper los moldes en los que somos educados y frustrados. Lo mismo en los niños que en los adultos, se reirán a espaldas de la mujer y de la autoridad que esta impone. Ambos niños o ambos adultos saben de antemano que esa sorna a nada conduce, pero eso es lo de menos. La cosa es burlarse. Otra cosa básica de la que me he percatado, aunque muchos y muchas digan que no, es que no hay amistad entre dos hombres que resista el embate del matrimonio o del noviazgo en menor instancia, apenas uno de ellos se casa o se compromete (perdón, que palabras tan horribles; deberían estar prohibidas por la censura del buen gusto) apenas uno de ellos encamina sus pasos hacia allá pues, sobrevienen los problemas. Porque la pareja ejercerá su dominio, es así de simple, lo ejercerá hasta que logre separar a aquellos dos amigos, esto es más antiguo que la pintura rupestre, pero no falla. Hay una palabra que encanta pronunciar a la novia o esposa o a la novia esquina esposa: “Amigotes”. Todos aquellos cómplices que integraban la cofradía pasan a ser minimizados, pasamos a ser los amigotes. Ya no importan los códigos inscritos o hablados, los acuerdos entablados en una mesa, la amistad se va diluyendo porque es más fácil ver a un caballo trotar en las calles de Venecia que a la mujer respetando el honor de su pareja. No descansará hasta hacer un jamelgo de aquel potro. Hasta que se pierde el interés, entonces el antiguo amigo podrá reunirse con los suyos. Ya pasó la época de marcar límites y territorios. Ahora aquella mujer suelta a su hombre como el amo a su perro. Porque sabe que volverá, sin duda alguna lo hará que coma de su mano una vez más. Pero hay algo en ese hombre que se incendia delante de sus amigos y es la exageración. Porque esa es una de las claves más poderosas de la amistad masculina. La capacidad de exacerbar los acontecimientos humanos, las aventuras y las relaciones humanas trátese con un hombre o con una mujer. La mitad de las cosas que se cuentan entre los amigos es exageración, fantasías, ilusiones. Naturalmente el que exagera más es el más querido. Uno se acuerda de esas cosas cuando el compa ha muerto. Y todo lo anterior me produce una leve risa, porque me doy cuenta de que, a pesar de todo y esa lucha intrínseca de los sexos por poseer la razón ahí estamos, ahí seguimos ambos, esperando a que alguno ceda una vez y acepte el poder del otro, aunque ambos sabemos que eso nunca pasará.
Aunque creo que nunca me llegaré a conocer por completo supongo que soy una persona sencilla, siempre le ando buscando el lado humano a las cosas aunque hay personas que creen que soy hermético, me gusta mantenerme a la expectativa de todo, creo que la vida es una aventura y no me gustaría vivirla siguiendo un mapa, mi filosofía es que en la vida te tienes que divertir, lucho a cada día por ser una persona auténtica, algunas de mis grandes fallas es que soy un orgulloso declarado y por demás rencoroso, no olvido fácilmente. Me encanta la libertad y soy amante de los momentos elaborados gracias a la virtud de una cerveza, soy algo extremista, aprendiz de todo y víctima del entorno, antihéroe despeinado y siempre con ojos de taciturno aunque sean las seis de la tarde, defensor de las causas perdidas e insaciable buscador de un mundo perfecto aunque sé que nunca he de encontrar, pensándolo bien creo que soy una persona muy compleja pero entretenida... si, creo que así soy.